Capítulo 43: ¿Cómo pudistes meterte con ella?

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Ezequiel

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Ezequiel

—Una cerveza y una botella de agua para ella, por favor. —le pido al padre de Valentina que era él que estaba atendiendo detrás de la barra.

—Isaías, tenemos que hablar. —Habló Isa a mi lado y me giró a verla con una sonrisa en mi rostro para suavizar la tensión que se ha formado en mi cuerpo por tal afirmación.

No sé, qué diablos estaba pasando aquí o de qué diablos hablaríamos. Así que solo me resta preguntarle.

—¿De qué? —Trato de no demostrar algún rastro de desesperación.

Porque no tenía la seguridad de nada de lo que estaba pensado ella o de lo que quería hablar conmigo. Así como tampoco sabía si Isabel nos había descubierto o no. Aunque su insistencia en preguntarme si a Valentina se le veía bien el vestido amarillo que llevaba puesto, me había tomado mucho por sorpresa y me hacía creer que algo más había detrás de haber hecho esa preguntar. Por tal razón, me tomé mi tiempo para pensar en que responder.

Al principio no iba a contestarle a su pregunta, pero lo pensé mejor y es que si no le respondía de igual forma sospecharía aún más. Así que mandé todo al carajo y le respondí a su pregunta con lo que creía era lo correcto. Tampoco era que tuviera la opción de ignorar a mi propia hija cuando todos nos estaban observando en aquella mesa y ahí entendí, que su pregunta había sido como un arma de doble filo de la cual no tenía ninguna escapatoria.

Aún sigo sin tener la certeza de, si todo lo que tengo con Valentina se estaba yendo al mismísimo diablo; pero lo único que nos restaba era seguir negándolo hasta el final o hasta que ella sea emancipada al menos. Justo ahora el tiempo no está jugando en nuestra contra y es que si Isabel decidí hablar antes. Estaré jodido y de seguro próximamente estaré en una cárcel.

Creo que lo único que me salvaría es que Valentina fuese declarada mayor de edad y con esto solo perdería el derecho de ejercer como profesor. Algo que quería evitar, pero, aunque será un golpe fuerte. Lo aceptaré siempre y cuando, pueda tener a mi mujer y a mis dos hijos junto conmigo. No me importa el tener que trabajar en otro lugar y empezar desde cero en otro trabajo.

Aunque no sé cómo carajos lograré que se cumpla y es que ni siquiera Valentina me ha dicho si la emanciparan o no. No sé qué diablos hacer ahora mismo y solo me resta confiar en que mi hija se mantenga con su boca cerrada hasta que mi mujer se emancipé.

—Es de nuestra hija, pero mañana a las nueve iré a tu casa. —declaró Isa y tomamos las bebidas que nos ofrece el papá de mi mujer. Paso a darle las gracias y continuamos nuestro camino de regreso a la mesa.

—Si es referente a que Isabel prácticamente se ha mudado contigo, ya sabes que no tengo ningún problema con eso y que puede seguir quedándose el tiempo que quiera. Sé lo buena madre que eres y lo mucho que Isabel te extrañaba. —respondo, con lo único que se me ocurre que podamos hablar ella y yo.

Dos Pequeños DeslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora