Capítulo 18: ¿Estas segura, Valentina?

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Luego estar caminando por al menos diez minutos, llegó hasta la misma calle de siempre y busco con mi mirada el auto de Ezequiel

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Luego estar caminando por al menos diez minutos, llegó hasta la misma calle de siempre y busco con mi mirada el auto de Ezequiel. Inmediatamente frunzo mi frente y vuelvo a echar un vistazo a la carretera; pero no encontré su auto. Seguramente aún no ha llegado y llevó mi mirada hacia la pantalla del móvil para enviarle un mensaje.

Yo
-"¿Dónde estás?"

E
-"Aquí"

Rápidamente levanto mi rostro, mientras observo a un auto detenerse justo delante de mí y me alejo dando un paso hacia atrás. Porque el auto era totalmente desconocido para mí y me provoco un poco de temor. Tuve que dar un paso hacia atrás, pero observo como ese auto baja el cristal de la ventanilla e inconscientemente observó hacia dentro del auto. No tardé ni un segundo en fruncir mi frente y observar su rostro de manera extraña.

-Súbete. –ordenó Ezequiel y rápidamente le hice caso.

-¿Cambiaste de auto? –le pregunto un poco confundida.

No soy tan olvidadiza y recuerdo perfectamente que este no era su auto. Ezequiel me observaba detenidamente y luego me sonríe.

-No, este auto es de mi mejor amigo Julio.

-¿Y qué pasó con tu auto? –le pregunté y lo escuché soltar una sonrisa para luego poner a andar el auto.

-Ya se me había olvidado que eras muy preguntona. –Rápidamente aparta la mirada de la carretera para regalarme una sonrisa y me observa detenidamente.

-Yo no soy preguntona. –le conteste cruzándome de brazos.

-Como también extrañaba tus berrinches de niña pequeña. –Habló Ezequiel soltando otra sonrisa y le sonrió de igual forma.

-¿Me extrañaste? –le pregunte.

Seguramente debo estar toda sonrojada y él sonriéndome hacía que mi corazón latiera de prisa.

-Eso acabo de decir, niña. –Habló Ezequiel, mientras seguía conduciendo el auto.

-Te dije que no me llamarás niña. -me quejo. 

Luego de esto hubo un largo silencio en el auto por mi parte observaba el camino y escucha la música de la radio. Ezequiel detuvo el auto en una casa que no era la suya y cambió mi rostro a uno confundido.

No tardó en estacionar el auto en la subida del garaje de esa casa, luego baja de él y me hace seña para que yo lo siga. Rápidamente me bajo del auto y lo sigo hasta la entrada de esa casa. Ezequiel abre la puerta de la entrada, pasa y me hace seña para que entre.

-¿Dónde estamos? –le pregunto confundida.

-En la casa de mi mejor amigo.

-¿Y porqué estamos aquí?

-Necesito que estés tranquila muñequita, porque nunca te haría nada malo y ya te lo había dicho. Todo esto tiene una explicación, lo que sucede es que no puedo llevarte a casa, porque allá está Isabel y tampoco podría llevarte a un motel. Valentina recuerda que yo sigo siendo un hombre mayor y no se verá nada bien que te lleve a un motel para conversar o al menos que quieres que terminé en una prisión.   –Hablo Ezequiel sentándose tranquilamente en el sillón y me hace señal para que haga lo mismo.

Dos Pequeños DeslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora