Capítulo 58: Pruebas

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Ezequiel

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Ezequiel

No sabría decirles con exactitud el tiempo que llevaba encerrado en este maldito hueco, pero ha de ser bastante y esto es debido a que mi cuerpo ya no soporta el estar sentado o acostado en esta extraordinaria cama de concentro. Sé que cometí un delito, pero tampoco lo considero un hecho tan grave como para merecer ir a prisión por quince años o quizás, hasta más.

¡Puta madre!

Tampoco estoy negando el hecho de haberlo cometido, pero simplemente no podía dejar a mis hijos desamparados. Ahora solo me resta esperar a que ese juez tenga compasión conmigo y que pueda entender que todo lo hice por el bienestar de mis hijos que están por nacer. Y aún encerrado en esta celda sigo sin arrepentirme y seguiré sin hacerlo.

No niego que estoy tan desesperado que no hago más que pensar en tonterías, pero qué más puedo hacer en este maldito hueco y sin compañía.

Estoy tan desesperado por saber de mi mujer, de mi hija y de Julio. Porque desde que me detuvieron no he sabido nada de ellos y ni de Julio que es mi abogado.

¿Por qué no sé, porque diablos no ha llegado a sacarme de este maldito hueco? Claro está que será bajo fianza hasta que se vea el juicio y dicten mi condena.

Maldición, no quiero andar pensando en que Valentina no lo llamó, después de yo haber optado por rechazar la única llamada a la cual tenía derecho. Claro que lo había hecho así, porque confío ciegamente en mi mujer; pero ahora siento que las horas pasan y pasan sin tener noticias de nadie.

Joder amor mío, no puedes defraudarme justo ahora. Porque ahora es cuando más te necesito para poder coexistir dentro de este hueco y soportar los años que me queden encerrados aquí.

Maldición, es la peor experiencia que he tenido que vivir en mi vida y de solo pensar que este será mi hogar dentro de los próximos quince años me destroza por completo. Me jode el pensar que no podré cumplirle a mi mujer la promesa que le hice el día que nos casamos y también el no poder ver crecer a Isabella y a Isaac. No es justo para mis hijos el no tener el derecho de tener a su padre cerca y vivir con la vergüenza de que su padre esté encerrado en una prisión.

Gruño fuerte cuando le he dado un puto golpe a la pared de concentro y me asusto cuando escuchó el ruido de unas llaves por el pasillo. Me quedo fijamente mirando la puerta y ahí me doy cuenta que son dos oficiales.

—Tu abogado ya llegó y tendrás la oportunidad para hablar con él antes del interrogatorio. —me aclara el oficial y me levanto para ir con ellos.

Joder, al fin llegó y ahora solo espero que tengas buenas noticias para mí.

No me pusieron las esposas, pero si iba acompañado por un guardia a cada lado de mí y justo uno se detiene delante de una puerta. Pasa a abrirla y cuando observó al interior ya Julio se encontraba sentado al otro extremo de la mesa.

Dos Pequeños DeslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora