Capítulo 4: Regreso a casa

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Ezequiel manejaba el auto, mientras yo solo lo observaba conducir y le explicaba por cuál camino debía tomar para llegar hasta mi casa

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Ezequiel manejaba el auto, mientras yo solo lo observaba conducir y le explicaba por cuál camino debía tomar para llegar hasta mi casa. Como el carro tenía tintes oscuros, no se lograba ver con claridad hacia dentro del auto y eso creo que lo relajo bastante. ¿Quizás? Ezequiel no era una mala persona y solo tenía miedo. Aunque yo también tenía muchísimo miedo y aún continuaba muy confundida por todo lo que había hecho.

-¿Qué crees, que haría tu hija, si me encontraba en tu casa? -le pregunté y este despegó su rostro de la carretera para observarme.

-Creo que mi hija me acusaría como lo hiciste tú y luego se molestaría con su padre. Porque mi hija aún no acepta que su madre y yo estemos separados. El proceso de la separación ha sido muy difícil para todos y aún estamos en el proceso de asimilar toda esta situación. -confesó Ezequiel.

En ese instante mis ojos se abrieron de par en par y trague muy hondo. Maldita sea. ¿Cómo me pude acostar con un hombre casado? Si serás tonta Valentina y si mamá lo descubre. Pobre de mí.

-No te has divorciado todavía y me llevaste a tu casa. –Solté de golpe.

-Si, pero ya está en proceso.

Después de escuchar esto, quise un poco más de él y me atreví a hacer la siguiente pregunta.

-¿Y por qué se separaron?

-Eso es algo que algún día te lo contaré, pero ese día no será hoy. –Hace una pausa y pone su mano encima de mi muslo. -Quiero que sepas, que no me arrepiento de lo que pasó y que me gusto bastante, pero me da algo de temor. No me ha sido fácil aceptar, que me siento atraído hacia una niña de la edad de mi hija y me tomará tiempo aceptarlo.

-Hubieras empezado por ahí y no me hubieras dicho tantas cosas que me lastimaron. -le confesé.

-Lo lamento mucho, pero esa cachetada fue fuerte. –Habló Ezequiel y al escucharlo sonrió. –Ahora es tu turno de hablar, porque ya sabes algo de mí y yo quisiera conocerte más. ¿Dónde estudias?

-En...-Hice una pausa. –Detén el auto aquí mismo, creo que me bajaré en esta cuadra y luego seguiré caminando.

-No Valentina, déjame acercarte más a tu casa.

-No hazme caso, de seguro mi madre debe estar afuera esperándome y si me ve contigo, llamará a la policía. Yo la conozco, solo déjame aquí y otro día nos vemos.

-¿Estás segura?

-Completamente segura. Además, es de día y no me pasará nada malo. –Hablo abriendo la puerta de su auto, pero no me pude bajar, porque su mano me detuvo.

-¿Dime tus apellidos y tu número?

-Mis apellidos, ¿para qué?

-No soy un mal hombre y tus apellidos son para guardar tu número en mi celular. Por precaución, debo guardar tu número igual a como guardó los contactos de todos mis alumnos. -me explica.

Dos Pequeños DeslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora