Capítulo 50: ¿Puedo abrazarte, amiga?

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Cuatro días después

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Cuatro días después

Llegó el día más esperado para mí y ya saben que me he levantado más feliz que una maldita lombriz. Sí, llegó el día de la cita con Henry y técnicamente desde hoy pasaré a ser mayor de edad. Oh Dios mío, ya muero por firmar la hoja y tener la copia entre mis manos. Así podría enviarle una foto a Ezequiel de la hoja. Porque, aunque hemos hablado todos estos días por mensajes y una que otra llamada no le he dicho nada esto.

El lunes por la noche había recibido un mensaje de su parte preguntándome el:

"¿Por qué le había hablado con actitud en la mañana? ¿Por qué Isabel y yo no estábamos compartiendo la misma mesa a la hora del almuerzo? ¿Qué era lo que pasaba entre nosotras?"

Según él no quería preguntarle a ella y por eso me hacía esas preguntas. Claro que me tocó contarle toda la verdad, pero omitiendo el empujón en el baño y es porque no quiero que le diga nada. Aunque no creo que pueda hacerlo tampoco, por eso me recomendó que intentará acercarme una vez más y que sino quería volver a dirigirme la palabra que le diese tiempo. Así que han pasado cuatro días en los cuales Isabel continúa sin hablarme e ignorando rotundamente mi presencia.

Claro que le había insistido al día siguiente, pero me dejó claro que cuando ella quisiera hablar conmigo me buscaría y que la dejase en paz o iría a hablar con la directora Harris para acusarme por hostigamiento. Aún no superó su amenaza y por eso me he prometido a mi misma no insistirle más. Así que me he vuelto una orgullosa de primera clase y estoy ignorando su presencia igual a como ella lo hace conmigo.

Eso quiere decir que estos últimos días me la pasaba con Abigail, pero justo ahora estoy viéndolas a las tres juntas en el mismo lugar de siempre. Respiro profundamente para seguir mis pasos hacia allá y me hago de la vista larga para no mirar a Isabel. Claro que solo intentaba hacerle entender que ya no le daré más importancia a lo que quiera hacer con nuestra amistad y quiero darle entender que ya no me afecta verla.

Aunque claramente me sigue afectando día y noche.

—¡Buenos Días, chicas! ¿Cómo amanecieron este día? —les pregunto con mucha emoción, pero esta no es fingida.

No pude evitarlo y miré de reojo a Isabel. Claro que esperaba el momento en que se levantase del banco y se fuera como ha hecho estos últimos días. Sin embargo, no lo hizo y eso me resultó raro.

Demasiado raro, pero haré como si no estuviera aquí y seguiré con la conversación con mis otras dos amigas.

—Todo en orden. ¿Verdad, chicas? —les preguntó Abigail a Antonelli y a Isabel. Ambas asintieron de inmediato y entonces decido saludar a Antonelli con un abrazo junto a un beso en la mejilla.

—Te he echado mucho de menos, amiga. Y a ti también Isabel, aunque no quieras ni siquiera mirarme. —dictó en voz alta y es que sé que me está escuchando.

Dos Pequeños DeslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora