XII

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—¿Por qué estás tan sucia?

—¿Qué demonios pasó?

—No, tú no.

—¿Qué le hiciste a mi hermana?

—No quiere desposarse.

—Y yo tampoco, pero tenemos que hacerlo porque es nuestro deber, ¿acaso quisiste insistir en nuestro deber con la corona?

—Ni yo me...

—¡Ya lo sé! Si me entero que tú mandaste a Jason...

—No puede amenazar al rey, eso es alta traición.

—¿Acaso yo me metí en las confabulaciones con su hija? ¿Cuando planeó meterla en la cama de mi padre y venderla como si fuera una propiedad más? No me haga reír.

—Ya está listo, mi señora— se acercó Mía.

—Tyland, llama a Kevan, que nos alcance a Lancel y a mí.

—Iré con ustedes.

—No pueden marchar— Otto sostuvo el brazo de la princesa.

—¿Ocurre algo, sir Otto?

—No, mi lady.

—Entonces suelte a mi nieta y deje que marchen a buscar a Rhaenyra, porque si algo le pasa, podrá ser negligencia suya— nadie podía meterse con la Matriarca de los Leones, infundía miedo su sola presencia.

Y así, Lancel, Mía, Kevan y Tyland acompañaron a la princesa Alyssa a buscar a su hermana, con el temor de que hiciera algo indebido, que le ocurriera algo en ese arranque de ira. La mitad Lannister no sabía que sir Criston Cole había ido detrás de la princesa. Ambos cabalgaron a toda prisa, aunque descubrieron que no se alejaron mucho, agradeció a los dioses que alguien estuviera con su hermana, aunque no le caía bien el Guardia que escogió.

—Debemos volver al campamento.

—Es un día hermoso.

—¿Estás bien?

—¿Y tú? Estabas en el suelo cuando me vine.

—Nada que una carrera no resuelva.

—Deberíamos disfrutar del Bosque Real.

Entonces prestaron atención a los sonidos de la naturaleza. La heredera y su Guardia iban enfrente, Alyssa y Tyland detrás, con los otros tres a sus costados. Mía Casco preguntaba a Kevan por ser el menor, la perspectiva que guardaba de los gemelos y su primo. Lancel creía que debían volver y Tyland se disculpaba por su gemelo. Alyssa escuchaba a su hermana decir sus temores respecto al compromiso y no era solo por Jason, sino en general, no era algo que ella sintiera para sí, aunque su hermana mayor sabía que no era que estuviera indispuesta a casarse, sino que pensaba en otra persona como candidato idóneo.

—Seguro nuestro padre ya inició la cacería sin nosotras.

—Con lo que disfruto perdérmela.

—Jason forjó una lanza para que atraviesen al ciervo blanco con ella— dijo Tyland.

—Sería una lástima que nosotros...— no siguió porque Mía manoteaba para llamar su atención.

—El ciervo blanco se presenta para aquel príncipe o princesa, ya que en Alto Valyrio no hay distinción de género, que está destinado a ascender al trono— sonrió Alyssa—, es tu momento, hermanita.

—Sir Criston, acompáñeme— se apuró Lancel.

—Saca el arco y síguelos de cerca— dijo a su dama—, ten mi espada, tú eres quien debe dar el golpe certero.

Y así, a la mañana siguiente, volvieron los siete con el ciervo blanco y con un jabalí que los atacó durante el campamento. Todos se congregaron para ver llegar a la princesa con su comitiva, se maravillaron y horrorizaron al ver que era una mujer quien había cazado al ciervo blanco y no el rey para el príncipe Aegon. Alyssa sonrió orgullosa a su abuela, quien alzó su copa en honor a las princesas. Lancel y Kevan llevaron el botín con el resto de carnes. Alyssa no cabía de la emoción, mientras su padre y Otto mandaban a gente que lo hicieran por ellos, las princesas yacían manchadas de tierra, un poco de lodo y sangre; la mayor le arrancó las astas casi de un tirón, Lancel las limpió y entregó a la dueña de gran hazaña.

—Tu padre quiere hablar contigo.

—Sí, mi señora— reverenció a su abuela y entró en la carpa donde la esperaba el rey.

—Majestad...

—No— la levantó—, ahora te quiero hablar como padre.

—Te escucho— se sirvió vino antes y ofreció una copa a su padre, pero seguro ya se había acabado una jarra él solo.

—Han pedido tu mano.

—¿Otro candidato? Creí que ya había rechazado a todos los posibles.

—Pues insiste en encontrarte como esposa.

—Tú dirás.

—Lord Jason Lannister.

—No, pudiendo ofrecerme a Tyland, para quedarme en la Fortaleza Roja, o a Kevan, quien es otro segundón que nada tendría que envidiar de dejar una fortaleza para ir a otra, incluso Lancel.

—Jason lo ha pedido expresamente, está dispuesto a pagar una cuantiosa dote, a construir un Pozo en Roca Casterly, ahora que Quenya puso otra nidada.

—¿Y tú lo aceptas?

—Solo si tú aceptas.

—Bien, pero tengo cláusulas.

—Te escucho.

—Viviremos aquí, él sabe si renuncia a su título de Lord o lo maneja desde aquí; nuestros hijos serán Targaryen; no podrá heredar fortalezas ni plazas; no popdrá meterse con la crianza de mis hijos porque servirán a la corona y no a los Lannister; cuando él muera, mi hijo mayor, sin importar si es hembra o varón, será nuevo señor de Roca Casterly.

—¿Crees que Joanna Lannister acepte?

—Soy su nieta favorita, por supuesto que lo hará.

—Eres su única nieta.

—Entonces no queda nada que dilucidar, que tu Mano entregue las cláusulas a mi prometido o no habrá enlace matrimonial.

Hija del trono de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora