XXVII

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De los asistentes, solo eran los príncipes y ella, fue la que más se emocionó. Desde que tenía memoria que quería verlos juntos y por fin se le cumplió. Habían pasado años desde ese enlace, pero lo recordaba con gran alegría, el único que merecía toda la alegría del mundo. Visenya se encerró durante días a llorar en su cámara cuando se enteró del enlace matrimonial entre Aegon y su hermana Helaena, entonces Alyssa comprobó lo que ya sospechaba. Pero no dijo nada, porque su hija no pidió consejo y no quería presionarla, igual no sabía cómo lidiar con ello, fue rechazada por un hombre, pero aun lo tenía cerca y se amaban a su modo.

Visenya tenía el espíritu, Rhaenys era soñadora, pero Aemma era el ideal de dama cortesana de su tiempo. La princesa tenía espada, armadura y caballo como cualquiera de sus hermanos, pero ella sí disfrutaba de bordar, escribir poemas, danzar y tocar el laúd. Su hermana mayor no la entrenó, sino Jaehaerys, Maegon le enseñaba diplomacia, pero no hablaba con los menores. Rhaenys era demasiado soñadora para su gusto, Viserys siempre le leía, por eso jamás dejó de ser el mellizo.

—¿Por qué no estás afuera?

—Jace me pidió que le ayudara con sus lecciones, así que reviso su redacción.

—Hace un hermoso día afuera.

—Visenya acapara a mi hermano, Maegon está con su esposa y los mellizos tienen otro picnic...

—Extrañas a Helaena, ¿no es así?

—Que Visenya no te oiga— sonrió pícara, pero pronto lo olvidó—. Alicent me mira feo.

—Alicent mira feo a todo mundo.

—No deberíamos hablar de la reina.

—No está aquí, ¿por qué no vas con Jace?

—Aquí estoy, tía— se anunció el muchacho. La princesa sonrió al verlo entrar en su cámara y la Matriarca decidió dejarlos a solas.

***

—He escogido este huevo para ustedes.

—Gracias, madre— besó la mejilla de la princesa.

—¿No has tenido malestares?

—Aún es pequeño, creo que no quiere crecer— Rhaena sonrió al sentir los mimos en su vientre.

—Pronto ni podrás dormir en una posición cómoda, mi niña.

—Espero darle tantos hijos a Maegon como usted le dio hermanos, madre— reverenció.

—Tienen todo el tiempo, ¿han visto a su hermana?

—Apostando con Jaehaerys.

No eran tal cual, apuestas, Visenya siempre se jactaba de ser la mejor espadachín, Jaehaerys era tan bueno como su hermana mayor, la propia princesa lo entrenó junto a Lancel y Mía. La Leona bajó las escaleras hasta el patio de entrenamiento, los aceros chocaban y ambos danzaban a ritmo. Jaehaerys hizo que su hermana retrocediera lo suficiente, así que la princesa estiró una pierna para agacharse e impulsarse con la mano libre para repeler el golpe y hacerlo caer. Visenya reverenció y extendió la mano para levantarlo.

—Buena pelea.

—A la otra debes caer tú.

—Siempre dices lo mismo, te doy la ventaja y no lo logras.

—Leona.

Maegor.

—Baela mandó misiva.

—Oye, ese "Leona" sonó muy sugerente, gobiérnate.

—A Visenya no se le escapa nada.

—Mejor ve con tu esposa, debo buscar a los mellizos— besó la mejilla de su tío y volteó con sus hijos—. Desde arriba.

—Señora.

—Vamos, Jaehaerys, después hagan una carrera con sus dragones.

Alyssa reverenció a su tío y sus hijos a ella antes de verla marchar. Rhaenys siempre iba al jardín, tenía uno propio, ella misma plantó cada una de las especies. Conocía sus nombres, los insectos que crecían ahí. Incluso ahí enterró ese huevo que no eclosionó. Quenya no estuvo de acuerdo, lloró, pero le leyó hasta que se serenara. Acostumbraba a comer ahí, como si fuera un picnic, su dama siempre le hacía compañía, alguno de sus hermanos mayores pasaba un día de la semana con ella. Su madre la visitaba cada que podía y le seguía leyendo como si fuera su pequeña.

—Con este, tu rostro resaltará.

—¿Eso crees?

—Claro que sí, Viserys— sonrió poniéndole una flor morada en el oído y acomodó su revuelto cabello—. Te ves tan guapo.

—Si te quitaras esa cinta de la cabeza.

—Me veo bien.

—Te tengo una sorpresa.

—¿Un obsequio? — su rostro se iluminó al igual que sus ojos brillaron. Viserys entregó una caja blanca, Rhaenys se emocionó y manoteó, la apoyó en su regazo mientras retiraba el moño, quitaba la tapa y vio una corona, como la de su tío Daemon, pero hecha con rosas blancas y azules—. No puedo creerlo, es fantástica.

—Creí que te enojarías porque tomé un par de tu jardín.

—¿Es una broma? Es el mejor regalo que me has hecho.

Viserys acomodó el cabello de su hermana, le quitó la cinta azul que tanto acostumbraba y colocó con delicadeza aquella tiara hecha con un poco de ayuda de Mía. Para la joven princesa, era su coronación privada, pues aun esperaba que su hermana Visenya se casara con su primo Jace para convertirse en reina de los Siete Reinos, Maegon y Rhaena se convertirán en señores de Roca Casterly, ansiaba marchar con alguno como parte de su consejo personal, pero para ella no había nada, nada más que momentos tan preciados como ese.

—Tan hermosa como siempre— ambos cruzaron miradas, ella sonrió nerviosa y comenzó a acercarse a su mellizo cuando este concentró la mirada en un punto más allá de ella, así que giró.

—Princesa Alyssa— se puso de pie y reverenció, emocionada porque le devolviera el saludo antes de correr y abrazarla como hija. La Leona reparó en que notaron su presencia incluso antes de llegar, así que se dispuso a ir, pero Viserys yacía desilusionado de que el momento se rompiera, por lo que Alyssa ladeó la cabeza para señalar a su hijo con ella, Rhaenys tardó un momento comprender, giró sobre sus talones y su hermano aprisionó sus labios. La princesa sonrió, no era algo que una madre debiera ver, pero estaba orgullosa del primer beso de sus hijos y que ellos sí fueran correspondidos.

***

—¿Quería vernos, mi Señora? — Daemon nunca terminó de acostumbrarse a que sus sobrinos primero usaran un título antes de decirle madre.

—Ha llegado un cuervo de Baela.

—¿Cómo se encuentra mi hermana?

—De maravilla, su salud y su relación con tu abuela.

—Pero no nos citaste por eso— dijo Jaehaerys.

—Iremos a Desembarco del Rey.

—¿Cuándo? — Rhaenys se llevaba bien con Helaena, a diferencia de Visenya.

—En un par de días, acompañaremos a Lucerys a pedir su derecho como señor del mar y quiero un comportamiento ejemplar.

—¿Oíste, Visenya? — se burló Jaehaerys y su hermana le dio un codazo. Porque sí, si Jace y Luke peleaban con Aegon y Aemond, Visenya peleaba con Helaena. Pues la princesa esposa practicaba de forma clandestina con la espada para enfrentarse enserio a su sobrina.

—Maegon.

—Yo procuraré a mi hermana, Jaehaerys, ¿por qué no cuidas a los mellizos?

—No hará falta, llevaré a mi hermana a los aposentos de Helaena y practicaré con mi hermano y con Aemond— porque los tres menores que nacieron el mismo año, se consideraban hermanos reverenciaban a Visenya y Maegon porque, al ser los mayores, tenían más posibilidades de obtener títulos y una mejor posición en la corte, quizá Aemma también lo conseguiría, pero ella no lo quería, no después del desaire recibido por parte de Rhaenyra.

—Bien, último dato de la junta, ¿subirán al barco o se irán en su dragón?

Hija del trono de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora