LVIII

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Daemon cojeaba, se sentía herido, se presionaba las costillas con su brazo izquierdo y sus fuerzas le fallaban. Empujó hasta casi desfallecer las enormes portezuelas y descubrió el gran salón que daba a la silla más importante de Poniente, aquella forjada por el Conquistador luego de esa batalla unilateral y que su estirpe había poseído hasta esos momentos tan convulsos. Bajó las escaleras y siguió con tiento, el lugar estaba solo, se desconcertó ante la imagen frente a sus ojos, pues no era a quien esperaba ver ahí sentado.

¿Por qué me ves así? Tú me has traicionado.

—Habla claro.

Dejaste que Otto decidiera sobre nosotros, ¿y todo para qué? Tu hermano ni siquiera se fijó en ti o en mí— le acarició la mejilla mientras lágrimas se derramaban sobre la propia. Daemon la atravesó con Hermana Oscura—. ¿Piensas hacerle a este bebé lo que Otto le hizo al nuestro? Ya estarás contento, siempre lo deseaste, moriré en estas paredes y nada va a cambiar: tu hermano te despreció, tu esposa lo hizo y ahora lo harán tus herederos al enterarse de tal afrenta. Termina con lo que empezaste.

—¿Señores?

—Déjalo dormir— se levantó con esfuerzo y sujetando su vientre—, yo lo recibo— extendió la mano y su tío vio manchas de sangre en el vestido dorado y sus manos.

—Le decía a la princesa que llegó cuervo...

—Te ayudo.

—Estoy bien— dijo firme al avanzar hasta el Strong.

—El ejército de Aegon salió de Desembarco del Rey hace una quincena, los castillos de Rosby y Stokeworth han caído sin asedio, alzaron el estandarte de Aegon y añadieron sus hombres al ejército de sir Criston Cole...

—Antes de venir, avisé a mi abuela, ¿no han mandado carta?

—Me temo que no, princesa... el ejército de Cole, con su fuerza triplicada, podría dirigirse a Harrenhal, aún si reúnen un ejército de los Riverlands, no estarían listos a tiempo para enfrentarlo.

—Cuando lleguen aquí, el príncipe Jaehaerys y sus hombres podrían venir aquí.

—No estamos seguros y no mandarás a tu hijo.

—Es el mejor espadachín después de su hermana y su tío Tywin, claro que puede con ese ejército.

—¿Lord Simon?

—Cualquier ayuda es buena.

—Veamos de qué está hecho su señor supremo.

—Informe cualquier carta a mi persona...— Daemon la jaló, por no apurarse—, suficiente tengo con que se hayan llevado a Aemma sin mi permiso, no quieras decidir sobre mis hijos.

—Mi príncipe, mi señor, majestad.

—Lord Grover luce más joven y saludable de lo que esperaba.

—Es Oscar Tully, nieto de Grover Tully, es... el heredero de Riverrun y futuro señor supremo de Riverlands.

—Mande un cuervo a la princesa Rhaenys, mi hija, para que se presencie aquí lo antes posible— sonrió la Leona.

—Su majestad, el rey consorte, Daemon Targaryen, y la princesa Alyssa Targaryen.

—Es un honor, majestades.

—Sí, lo es.

—Quítate, la silla es mía— para sorpresa del príncipe, el joven Tully tomó la mano de la princesa y la guio a la silla, mientras él permanecía de pie.

—¿Cómo está tu abuelo?

—Por desgracia, sigue incapacitado. Está en un tipo de letargo, imposibilitado de hacer más que tomar algo, apenas lo suficiente para mantenerlo.

—Así que está vivo.

—Sí, gracias a los dioses.

—Bueno, tengo poco tiempo y necesito un ejército, tal vez podrías poner una almohada sobre su rostro y acelerar tu herencia.

—Yo amo a mi abuelo como a un padre, mi lord padre murió súbitamente, no siendo muy joven. Lord Grover me crió en su lugar.

—Muy conmovedor, ¿vienes a hablar en nombre de tu abuelo por la casa Tully y Riverlands?

—¿Mientras aun vive?

—Podemos comenzar a parlamentar mientras mi hija trae a alguien que pueda cuidar de su abuelo para su pronta recuperación.

—No me eres útil— su sobrina le pegó con la rodilla, aunque casi caía de su silla, bufó, el resto de meses podrían ser así de pesados—. Por eso los Blackwood y los Bracken no temieron librar una guerra bajo las narices de sus señores. La casa Tully es un pez sin cabeza.

—¿Quiénes de sus compatriotas dicen luchar en nombre de Aegon, ¿los Bracken o los Blackwood?

—La casa Bracken se declaró Verde, alteza.

—¿Quién los recuerda? Llamen a los Blackwood, requiero hombres que lideren a mi ejército de los Riverlands.

—Lo hiciste bien— Alyssa palmeó el hombro del chico y siguió al príncipe.

***

—¿Informaste a mamá?

—Tuvo altas fiebres en los últimos días.

—Debe venir pronto a poner orden y a meter en cintura a Rhaenyra.

—Créeme, ella siempre ha sido así— Mía le dio una pequeña palma a Lancel en la cabeza para que no se moviera, lavaba su capa con mucho ahínco y no quería que quedara mal porque él interrumpiera.

—La ahora reina es boba, cree que porque la escogió su padre no debe ganarse su puesto.

—Se llevó a Aemma.

—¿Y si vamos por ella?

—¿No le dijeron a su madre? — por fin habló Lancel.

—¡No! — espetaron los gemelos, trabajaban en un nuevo bordado con sus dos dragones y las nidadas.

—Ya se siente lo suficientemente perdida e inútil para que llegue la verdadera inútil a mandarla lejos.

—De nosotros y nuestra madre.

—Nunca los había gritando y furiosos— se acercó el Lannister a la bastarda.

—Déjalos, se ve muy bien esa sangre alrededor de los dragones.

—Oficialmente, Rhaenys piensa que estamos en el abismo y que Rhaenyra hará la gran hazaña del salvarnos, o eso oí— entró Jaehaerys, le puso su capa a Mía y le besó la cabeza.

—¿Ya le vamos a avisar a mamá? — inquirió Rhaenys.

—Yo le escribo— se levantó Lancel.

—Deberíamos llevarte a Monte Dragón— todos vieron, no a Jaehaerys que hablaba, sino a Mía.


Una disculpa, tengo muy abandonados todos los fanfics, por eso decidí publicarles tres capítulos.

Estoy participando en tres retos de lectura: el kinktober y flufftober, de la página de facebook Es de fanfics; y en el fanfictober de uno de los grupos de facebook.

Espero disfruten los capítulos

Mily

Hija del trono de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora