XVI

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—No tenías que acompañarme.

—De nada, espero que mi sacrificio valga la pena.

—Alyssa.

—No te compadezcas de mí.

—No fue justo lo que te pasó.

—¿Desde cuándo en nuestra familia hay justicia?

—Debería haberla.

—Cuando seas reina, debes saber qué cambiar, qué mejorar, qué suprimir y qué preservar; que mi sacrificio no sea en vano.

—No hagas esto por mí, si he puesto tantas trabas a mis pretendientes.

—Estoy hablando con mi futura reina, no con mi hermana.

—Y yo con mi futura Mano, quiero verte bien.

—No te librarás de mí tan fácil.

—Me alegra saber que te hayas defendido y lo hayas puesto en su lugar.

—Es lo menos que podía hacer, sabe que no permitiré que se aproveche de mí.

—Alteza.

—Los dejaré solos.

—Quédate, por favor.

—Debo beber mis infusiones antes de bajar del barco— sostuvo la mano de Lancel para que la guiara a su compartimento.

—¿Cómo te sientes? — su dama le hablaba con tanta naturalidad, casi olvidaba que hablaba con la Señora de Roca Casterly, con la princesa, y lo agradecía tanto.

—Mejor, muchas gracias— aceptó la infusión y la bebió de un trago antes de hacer una mueca.

—Ya llegamos.

Primero bajó el rey, seguido de su heredera, la cual no quiso avanzar hasta que su hermana bajara, quien era ayudada por sus dos acompañantes, la doncella aun gemía de dolor a cada paso que daba y lloraba no poder andar a caballo hasta la fortaleza, pidió disculpas a su familia. Su padre negó con la cabeza, no tenía por qué hacerlo. Subió al carruaje con ayuda de su hermana y se trasladaron. Las dos esperaron detrás del rey, salió lady Laena a recibirlos, todos en el reino se habían enterado, pensaba la princesa, porque su prima le dio sus condolencias y la condujo adentro ella misma.

—No tienes que hacerlo.

—Quería hablar contigo.

—Soy toda oídos.

—Cuando te recuperes, quisiera volar contigo, hace años que no lo hacemos.

—Gracias, hermana mía— la abrazó feliz de que no la tratara diferente dado su estado de salud—. Quenya ha puesto otra nidada.

—Esa dragona sigue llena de vida.

—Creí que, al haber pasado a mi madre de su abuela, ya habría pasado tanto tiempo que su vida se centraría en su jinete.

—Tienes tantos hijos— sonrió Laena.

—No queremos que el final de Vhagar llegue pronto, es el último recuerdo de la conquista, pero sabes que puedes escoger cualquiera de sus crías.

—Gracias, princesa.

—No soy la única que la ha pasado mal.

—¿Lo dices por Lady Rhea?

—Pobre chica, siendo excelente jinete haber encontrado el final en un caballo.

—No hablemos de temas funestos, busquemos qué hay de almorzar.

Hija del trono de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora