LII

32 3 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Aún no está claro cómo violaron la fortaleza, cortaron la cabeza del cuerpo del niño y aún no encuentran la de la princesa Helaena

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Aún no está claro cómo violaron la fortaleza, cortaron la cabeza del cuerpo del niño y aún no encuentran la de la princesa Helaena.

—Mi dulce Helaena.

—Miles vieron la procesión.

—Y me acusan de estar involucrada.

—Así parece, se han mandado mensajes sobre el asunto a todo el reino.

—Enviamos nuestros mensajes negando tal acusación.

—Lo haré de inmediato, pero no sé si se recibirán de buena fe.

—Y debemos redoblar la guardia, aquí y en Marcaderiva, habrá represalias de algún modo y...

—Ya me encargué de eso, majestad.

—Déjame volar con Vermax— dijo Jacaerys—. Rhaenys debe estar en el Gaznate y yo vigilaré Desembarco del Rey.

—No.

—Debo decir que el daño a nuestra posición es incalculable, en el momento cuando más necesitamos lealtad a nuestra causa.

—Pero es una mentira, perdiendo a mi hijo, ¿yo le causaría tal dolor a Helaena?

—La muerte del príncipe Lucerys fue una conmoción y un insulto, una madre tan agraviada podría buscar consuelo en la venganza.

—Cuidado con lo que dice— Rhaenyra tomó asiento y Alyssa bebió.

—Siempre nos quedará Harrenhal— se levantó orgullosa, ondeando su capa, su hermana fue detrás de ella y Daemon les pisaba los talones. Justo en ese momento, todos confirmaron el secreto a voces.

—¿Tú enviaste asesinos a matar a los niños en sus camas?

—Mandé la venganza de una reina por su hijo— respondió Daemon.

—¿Qué le dijiste a esta "venganza"?

—Mysaria me dio unos nombres y un subterfugio. Fui claro en mis instrucciones, Aemond, el hermano de Aegon el Usurpador.

—¿Y si no lo encuentran cuáles fueron las instrucciones?

—No tenían nada que ver con un niño pequeño— se sostuvo el puente mientras Alyssa torcía los ojos.

—Dijeron que era su propósito derramar sangre de Hightower— alternó la vista entre su hermana y su esposo—, y si no la de Aemond, cualquiera serviría.

—No.

—Me han lastimado— espetó—, debilitaron mi reclamo al trono, mi capacidad de movilizar un ejército, ¡mi postura dentro de mi propio consejo!

—Ya dije que no.

—No te creo.

—¿Qué fue lo que te dije a la primera sesión del consejo negro? — murmuró Alyssa alzando apenas la vista—, no puede desconfiar de los tuyos, ¿cómo esperas que te acerquemos el trono?

—Ya está decidido, no confío en ti, Daemon. Nunca he confiado del todo, a pesar de quererlo, de convencerme de hacerlo. Ahora veo que tu corazón solo te pertenece a ti, y cuando era niña, lo tomé como un reto— Daemon y Alyssa se sostuvieron la mirada pensando lo mismo.

—Te he servido fielmente.

—¿Lo haces? ¿O me has usado como una herramienta para alcanzar tu herencia robada? — la mayor de las hermanas dio un manotazo a la mesa ante la mención de una usurpación.

—Vete.

—Alyssa...

—¡Que te vayas!

—Reina, mi Señora.

—No entiendo.

—¡No te atrevas a hablar de usurpación! Tu padre te dio ese privilegio para poner a raya a nuestro tío, tu consorte, y para tratar de lavarse la culpa de lo que le hizo a tu madre. No te confundas, niña.

—¡Inclinaste la rodilla!

—¿Quieres que me ponga en tu contra? Con un cuervo puedo avisar a La Gran Matriarca, puedo alborotar a Sindarin y él sólo puede incinerar Poniente.

—No planeo gobernar sobre cenizas.

—¡Entonces mueve ficha! En este juego de tronos, debes ser prudente, debes tener mano dura con tus enemigos. ¡Ellos están débiles allá afuera! ¿Qué piensas hacer?

—En primera, debemos mandar cuervos a las grandes casas para...

—¡No!

—Deben saber que yo no quería esto.

—¡Pero yo sí!

—Alyssa.

—Aemond vino aquí, juró amarme y casarse conmigo una vez terminada la guerra, ¡y mató a mi hijo! ¿Qué madre no quería venganza?

—No a costa de Helaena.

—No pedí la cabeza de mi dulce Helaena, sólo la de Aemond o cualquiera de los niños.

—¡Has debilitado mi posición!

—¡No me importa! — abofeteó a su hermana—. Si no fueras tan mansa como tu padre, no estaríamos en este brete, debiste posicionarte mejor en la corte y que la gente te viera, te deseara. ¿Quién se acuerda ahora de rancios juramentos? — lanzó la copa de un movimiento—. ¡Contéstame! — la tomó con fuerza del cuello y apretando su mejilla herida con el pulgar—. No puedes llamarme traidora, he renunciado a tanto desde joven por ti, ya es tiempo de que aprendas a agradecer.

***

—¿Crees que mi madre y tu padre se vayan?

—Siempre han deseado Harrenhal.

—Desearía encontrar a Sindarin para reclamarlo y ser útil.

—Fuiste con el príncipe heredero al Norte, y sé que trajiste acuerdos ventajosos.

—¿Te dijeron?

—Tienes cierto brillo que no había antes de que te fueras.

—No le digas a mi madre.

—Créeme, es el menor de sus problemas.

—Sé que la reina te pidió hacer guardia rumbo a Desembarco del Rey— por fin vio a la hija de Laena, quiero ir contigo.

—Debes permanecer a su lado.

—Ni siquiera sé si volveré a ver a mi madre, mi hermano está muerto y mi hermana está desaparecida— Baela la abrazó y Aemma aguantó las lágrimas.

Hija del trono de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora