XLII

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El príncipe tuerto quedó mudo ante la revelación de la mujer

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El príncipe tuerto quedó mudo ante la revelación de la mujer. Alyssa no esperó respuesta, abrió la puerta para que Lady Mía le ayudara a alistarse, se dejó el cabello suelto, el dorado resaltaría con el brillante negro que cubría su piel, usó un vestido sumamente sencillo, sin maquillaje, con las pulseras de acero valyrio, con la tiara del rey Jaehaerys, en espera de encontrar la corona de la reina Alyssane, con una capa negra para que la cubriera del frío de la madrugada. Tomó la manta con que lo cobijó durante su primer año, junto a la capa de Jason Lannister, ya que con él moría el legado del Príncipe de la Roca, ahora la madre tomaría el señorío.

Visenya lloraba en brazos de su hermano Jaehaerys, Rhaenys y Viserys tenían la cara roja e hinchada de tanto llorar. Alyssa trataba de mostrar el semblante serio. Mía y Lancel sólo se mantenían firmes al lado de su Señora, con temor de que se derrumbara ahí y, al igual que en su juventud, se lanzara a las llamas. Ahí en el mar, rodeando la gran pira funeraria construída por La Leona Targaryen y toda su nidada. Rhaenys y Corlys sufrían la pérdida de su nieta y heredera, también la pérdida de Lucerys, el futuro Señor de las Mareas. Cuántas familias fracturadas.

—¿Cómo voy a luchar si ya no tengo a mi mejor lugarteniente?

—No voy a permitir que muera alguien más.

—¿Y si te pierdo a ti también?

—Primero derrumbaré la Fortaleza Roja, la convertiré en un segundo Harrenhal antes de dejarte sola, mi Leona.

Hija del trono de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora