XXXI

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Hizo caso a su hermano, pero no solo ella iba con su mejor vestido, también sus hijas, pidió a todas que dejaran su espada más no su daga. Alyssa llevaba un vestido reluciente negro con leones dorados en sus hombros, las pulseras de acero valyrio adornaban sus muñecas. Aemma usaba una tiara dorada de flores. Rhaenys iba con sus colores soñadores a juego con Viserys, era cuestión de nada para que lo hicieran oficial. Maegon entró de la mano de su esposa y Helaena agachó la mirada. Alicent ya estaba ahí con sus hijos, Alyssa entró seguida de sus seis hijos y nuera, Rhaenya fue la última en llegar con sus hijos y esposo. Daemon besó el hombro descubierto de la mujer sentada a su lado y dejó el brazo en el respaldo, la rubia le sonrió recordando viejos tiempos. Mía y Lancel tenían la noche libre, no podía acompañarlos al ser solo sirvientes, dadas las palabras de la reina.

Aegon y Aemond hablaban en una orilla, por lo que Jaehaerys se unió a la conversación. Rhaenys se sentó junto a Helaena. Alicent se levantó para hablar con Alyssa y esta le restó importancia, ya que no estaba herida, pero a quien le debía disculpas era su hija, la reina apretó la mandíbula antes de ir a abrazar a su nieta. Las sirvientas terminaban de acomodar todos los festines que habría durante la cena. Sir Otto estaba ahí por ser familia, pero la princesa no aceptó ninguna palabra de él, el que sea el padre de su madrastra no borraba todo el daño que le había hecho a ella y a Daemon.

El rey entró, todos se pusieron de pie y los príncipes volvieron a su sitio. Viserys se sentó junto a su hermana, Helaena pidió a Aemma que se sentara a su otro lado, por lo que Aegon y Jaehaerys quedaron juntos, Jace al otro lado de su primo, Luke y Baela junto a Maegon y Rhaena, Visenya frente a su madre y Aemond se apresuró junto a su hermana, ganándole el lugar a su sobrina. Cuando el rey se hubo acomodado, todos tomaron asiento y su hermano menor le acarició la mano, ella sonrió antes de acomodarse mejor en su asiento.

—Me alegra verlos esta noche juntos.

—¿Oramos antes de iniciar?

—Sí.

—Que la madre sonría a esta reunión con amor— se apuró Rhaenys de pie, por lo que Viserys también lo hizo. Alicent volteó a ver a su nieta y vio a sus hijos complacidos, así que no objetó—. Que el herrero repare vínculos que se han roto por demasiado tiempo y por Vaemond Velaryon, que los dioses le den descanso— Daemon sonrió y Alyssa le dio un manotazo para que no hiciera ruido. La princesa reverenció a su abuelo y tomó asiento.

—Esta es una ocasión para celebrar, mi nieto Luke se casará con su prima Baela para fortalecer aún más la unión entre nuestras casas— los susodichos se sonrieron ante la mención—. Un brindis por los jóvenes, el príncipe y su prometida— todos alzaron copas.

—A su salud— Jaeherys exclamó y Aemma le hizo segundas.

—Por fin te acostarás con una mujer— dijo Aegon.

—Brindemos también por la princesa Visenya, deberías desposar a Aegon o Aemond para fortalecer tu posición y así cerrar las alianzas.

—¿Ya ha pensado en alguien, abuelo? — sonrió, no quería airarlo, como parecía que quería hacer Otto.

—Ese es tu trabajo, chiquilla— rio y ella alzó la copa—. Brindemos también por Lucerys, el futuro señor de las mareas.

—A su salud— dijeron su madre y su tía.

—Lo harás muy bien— dijo Baela.

—Tanto alegra mi corazón como me llena de dolor ver estos rostros en la mesa— dijo el rey luego de ponerse de pie—. Los rostros más queridos para mí en el mundo, pero tan distanciados uno del otro, en años pasados— se quitó la media máscara que cubría su rostro y todos apreciaron la cuenca vacía, el rostro podrido—. Mi rostro ya no es atractivo, si es que alguna vez lo fue. Pero esta noche, quiero que me vean como soy. No solo un rey, sino su padre, su hermano, su marido, su abuelo. Quien, al parecer, pronto dejará de caminar con ustedes— Rhaenys cristalizó sus ojos, Helaena sostuvo su mano, así que Aemma sotuvo la otra mano de la princesa—. Dejemos a un lado los resentimientos en los corazones, la corona no podrá ser fuerte si la casa del dragón permanece dividida, dejen a un lado sus querellas, si no es por el bien de la corona, que sea para darle gusto a este anciano que los ama profundamente.

Hija del trono de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora