XXII

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—No fue mi idea.

—Pero participaste.

—Jace lo planeó, Aegon buscó el cerdo, Luke lo llevó.

—Y tú te reíste.

—No.

—Sí— dijo Visenya a su lado.

—Bueno, sí, pero no lo planee que es por lo que se me acusa.

—Cálmate— le dio un zape con el pergamino—, no es un juicio.

***

Visenya y Maegon ya entrenaban afuera con los otros cuatro príncipes, Jaehaerys no podía por su corta edad, pero afilaba la espada que pronto sería suya, la reclamó, así como un caballo que aprendía a montar, como el dragón que aseguraba sería suyo. Sus hermanos mayores aún eran muy jóvenes y ya tenían dragón propio. Sabía que su madre tenía dragón desde su edad, solo esperaba que Mía lo decidiera para acompañarlo a Pozo Dragón. Cada príncipe tenía un maniquí, peleaban con espadas de madera y Criston Cole daba instrucciones, Lancel entrenaba a Visenya porque todo mundo se quejaba que la princesa no debía ser entrenada en eso, así como Helaena no era.

—Esto es lo correcto, Lyonel.

—No lo creo, abuelo— murmuró Viserys chiquito en las piernas de Viserys grande, como le gustaba decir al niño.

—Pronto tú también pelearás ahí.

—Ni Jaehaerys lo hace— se encogió de hombros.

—Aegon lo hace bien— dijo la princesa.

—No tanto— se volteaba a cada rato a ver a las damas que pasaban.

—Maegon, pelea con tu hermana— dijo Lancel.

—Te derribará una niñita.

—Las guerreras no hablan en la batalla— dijo Maegon al reverenciar a Visenya e iniciar combate, mientras Criston peleaba con ambos Targaryen.

—¿Peleamos tía?

—Mejor con un guerrero más fuerte para que prueben su valía— en eso se acercó Strong.

—Creo que los más jóvenes requieren mayor atención.

—¿Cuestiona mi método de enseñanza, sir?

—La verdad, sí— dijo Alyssa y sus hijos se detuvieron, su madre podría necesitar ayuda.

—No le hablaba a usted.

—Se lo dije hace años y se lo repito ahora, a mí no me dirijas la palabra, ¿quién te crees?

—Un segundón como Strong lo hace, ¿por qué yo no?

Alyssa desenvainó su espada a la par que Mía le quitaba la capa. Cole danzaba al ritmo del choque de aceros. La princesa se molestaba que la hiciera menos, que la despreciara por lo que sea que le haya hecho Rhaenyra hace ya tantos años. Ella no tenía la culpa, mucho menos nada que ver. Visenya echaba porras a su madre y Jaehaerys se ofreció como relevo. Maegon cuidaba que la pelea no se acercara hasta ellos. Aegon y Aemond seguían molestando a sus sobrinos cuando sir Criston le hirió el costado y la princesa cayó. Lancel se apresuró a levantarla.

—Eso fue sucio, ellos peleaban con espadas de madera— dijo Maegon viendo la herida de su madre.

—En la batalla, nunca habrá una pelea justa.

—Entonces exigiré un combate y verás cómo sí te gano— puso a su hijo detrás suyo mientras dictaba sentencia.

—Alyssa.

Hija del trono de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora