Todavía se quitaba la sangre de Aemond y la propia cuando se escucaba a toda la guardia gritando y jaloneando a la gente. Larys llegó por el maestre y ordenó a Visenya que se escondiera, ella se negó a dejar atrás los trapos sucios, ya que tenía un lugar especial. Habló con Larys para que llevara a alguien de su gente a las celdas sólo cuando ella lo autorizara. La herida era más profunda de lo que pudo haber previsto, así que no podía volver aún con su esposo.
Una de las damas llevó el paño ensangrentado, la servidumbre fue despertada en medio de la noche buscando culpables, los reunieron a todos en el patio y llamaron a los sabuesos para rastrear a los asesinos. Larys y Visenya andaban en dirección contraria al escondite cuando la princesa escuchó gritar a su esposo. Que nadie se atreviera a tocarlo porque los mataría a todos, iba a entrar y abrazarlo, pero Larys le recordó que no, que ese no era el momento poprtuno.
Aemond volvió sobre sus pasos y su sobrina no estaba ahí, sino que el lugar estaba destruido, repleto de sangre el mapa, sin las monedas, el pasadizo abierto. Entró corriendo, iba a desenvainar la daga y descubrió que tampoco estaba. Visenya se la había llevado. Golpeó la pared con frustración y anduvo para saber dónde salía, daba al pasillo cerca de las estancias del rey. Entró y su hermano ya no estaba ahí. Todo era un caos aquella noche, pero debía encontrar a esa chiquilla.
—Pero lo que le hicieron a mi hija...— su voz se entrecortó por el llanto.
—Y van a pagar por eso.
—¿Quién pagará por eso?
—La mano que cometió tal atrocidad o aquel que la causó.
—¿Y qué si quien lo hizo no es quien debe ser culpable? Los dioses nos castigan, me castigan a mí.
—¿Dónde estaba este consejo mientras un asesino amenazaba a su rey? — espetó Aegon al entrar en la sala.
—Majestad, ¿también fue amenazado?
—¡Pude serlo! ¡Mi hijo era mi legado! ¡Helaena era mi compañera! ¡Mis herederos al Trono de Hierro!
—Su hijo Jaehaerys...
—¿Dices que Maelor no importaba? ¿Dónde estabas tú? ¡Dígame Lord Comandante de la Guardia Real!
—En cama, ordené que se montara guardia.
—¿En cama? ¡En vez de salvaguardar la santidad de mi familia!
—Este no es el momento de acusaciones sin razón, majestad.
—¿Quién lo hizo? ¿Acaso hay alguna duda de quién lo hizo? ¿Quién lo habría hecho excepto la reina perra de bastardos? Ella está al otro lado de la bahía, en su roca, riéndose de mí.
—Si me lo permite, majestad, mis lores, la guardia ha detenido a alguien— se anunció Larys Strong—. Es alguien conocido, es una Capa Dorada, conocido por su brutalidad. Lo atrapamos con la cabeza del niño en un costal.
—¿Y la de mi hija?
—¡Eso no importa! Lo matarٞé yo mismo.
—Un rey tiene más de un enemigo, no sabemos si fue su hermana o una serpiente que anida en nuestro regazo.
—Puede ser cualquiera en esta habitación.
—Eso no importa— dijo Otto.
—¿Va a culpar a Rhaenyra? Le dirá que ella lo hizo— volteó Tyland.
—No seré visto como débil.
—Ya te perciben como débil, Aegon. Una coronación apresurada, un dragón escapando de la fosa, las personas ven un presagio, murmuran en las calles. Dicen que tal vez Rhaenyra debería ser reina.
—Entonces la llamarás asesina.
—Yo haría más que eso, una procesión funeraria. Dejen que vean la obra de este pretendiente al trono.
—No, no van a arrastrar el cuerpo de mi hijo y esposa por la calle como un perro muerto.
—Arrastrarlos no, ¡honrarlos! Escoltados a la fosa de dragones e incinerados como los Targaryen que son. Ahora Maelor y Helaena harán más por nosotros que mil soldados en batalla.
—Buenos días, señor Larys.
—Vine a hablar antes de que se reuniera el Pequeño Consejo, pero su doncella dijo que estaba indispuesta.
—¿Qué deseas discutir?
—He cambiado de nuevo a la servidumbre— o eso decía el patizambo, porque la reina de los verdes veía los mismos rostros. Alicent asintió y la dejó sola, se escuchaban los tacones adentro de la sala del consejo, entró presurosa, quizá su hijo seguía ahí.
—¿Dónde está el deber y el sacrificio? Aplastados debajo de tu preciado pie. Es agotador, ¿no es así? Esconderte tras el manto de tu rectitud; pero ahora ven quién eres, en realidad— Alicent seguía sorprendida de verla ahí sentada, en el lugar del rey en el Consejo Privado, Visenya jugaba con su nueva daga ensangrentada, la reina viuda se sentía intimidada de cierta manera—. Dicen que los enemigos siempre obtienen lo que se merece.
—¿Qué hiciste?
—¿Yo? ¡Acusaste a mi madre de zorra en cada oportunidad, suplicaste a los Siete que el bebé no se lograra y ahora esperas que no incinere Poniente!... — se levantó y avanzó hasta ella—. Si por mí fuera, le mandaba tu cabeza.
—¡Guardias!
—¿No te dijo Larys que cambió a la servidumbre? — la reina de los Verdes palideció, intentó correr y ella la sujetó con facilidad, comenzó a cortar el vestido, en el forcejeo le arrancó un pedazo de tela y cortó su antebrazo—. Haces bien en no confiar en él, nadie lo hace. Si decides abrir la boca, mi madre lo verá como una declaración de guerra con todas las de perder, porque la Leona vendrá por ti.
—Vean la obra de Rhaenyra Targaryen, Rhaenyra la Cruel, pretendiente al trono, profanadora de inocentes...
Ahora Alicent estaba lista para la procesión, buscaba con la mirada a la hija de Alyssa Targaryen, pues escuchaba su voz aún gritándole al oído. Visenya fue a su escondite y guardó el pedazo de tela nuevo. Alicent escuchaba al pueblo aclamar a su hija, la reina Helaena. Ya no le quedaba nadie salvo sí misma, pues su hija estaba muerta, sus hijos no la escuchaban y ahora tenía al enemigo en casa.
—Una maldición sobre Rhaenyra la monstruosa.
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Hija del trono de hierro
Fanfiction*Basado en House of the Dragon* Alyssa Targaryen, hija mayor del rey Viserys I y su primera esposa, Alys Lannister, pero para ella, no hay más madre que Aemma Arryn, la madre de su hermana Rhaenyra. No era la sombra de su hermana, sino la princesa...