XLIII

91 7 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jaehaerys subió a Lady Mía a lomos de su majestuoso dragón, a diferencia de las mancebas que pudiera encontrar en la Calle de la Seda, Mía Casco era superior a todas ellas gracias a su inigualable porte, a su semblante duro y serio, a su majestuos...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jaehaerys subió a Lady Mía a lomos de su majestuoso dragón, a diferencia de las mancebas que pudiera encontrar en la Calle de la Seda, Mía Casco era superior a todas ellas gracias a su inigualable porte, a su semblante duro y serio, a su majestuosidad con la espada y esperaba, algún día, descubrir cómo era esa mujer en el lecho. En incontables ocasiones, la hija de Mysaria le dijo al joven príncipe que podría tomarla cuando quisiera, después de todo, sólo era una bastarda al servicio de su prima. A lo que el joven siempre decía las mismas palabras: no te tomaré, hasta que tú desees lo mismo. Mía besó la mano del príncipe, luego este se acomodó en su montura y emprendieron vuelo.

—Aemond exigió que lo dejara a solas con la princesa.

—¿Y por qué lo permitiste?

—El tuerto tiene fama, ¿crees que nuestro apdre concebiría que me hiciera algo?

—Si él te profanaba de algún modo, no sólo Daemon te vengaría, también yo.

—Elenya siente tu ira...

—Y mi preocupación— suspiró con pesadez—. Espero que el plan de mi hermana de resultado, de lo contrario, todos los esfuerzos serán en vano.

—¿Y crees que el niño haga su parte?

Hija del trono de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora