XXXIII

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Alyssa no objetó más, quizá su hija tenía razón y ya era tiempo de darse una segunda oportunidad. Al finalizar el beso, ambos se abrazaron y él le sonrió, así que ella correspondió. Se levantaron cuando las piernas comenzaron a entumirse, ella se quitó la capa y recogió los pedazos de la taza para no cortarse con ellos, los dejó sobre la mesa y se quitó las zapatillas, él hizo lo mismo, se quitó la camisa de piel y ella se giró para que le quitara el vestido y quedara solo en camisón. Aemond vio las cicatrices en su espalda y cuello, besó cada una de ellas antes de acomodarle de nuevo el camisón. Alyssa bebió un poco de vino de la jarra que siempre había en su cámara y subió a su cama, Aemond la atrajo hacia a sí y solo se quedaron ahí mirando hasta que pronto fue envuelta por el sueño.

Mía entró para bañar a su señora y darle una nueva ración de infusión. Se sorprendió de ver al príncipe Aemond ahí, este le explicó lo que había pasado. Se metió a uno de los pasadizos a esperar a que Lancel y Mía alistaran a la señora, cuando la dama tocó para invitarlo a pasar, Lannister preguntó y le dijo que tampoco sabía de dónde salió. El joven les dijo que se escondió en el barco para verla. Preguntó por qué debía tomar infusiones, a todos lados llevaba una, ambos se vieron antes de confesarle la verdad y el príncipe volteó a verla, le acarició el pie y la admiró.

—Usted también debería descansar.

—No hace falta, yo la cuido.

—Pasarán días antes de tener noticias de Desembarco del Rey.

—¿Por qué no actuaron en ese momento?

—No nos corresponde.

—Claro que sí.

—El trono no es de ella.

—Le robaron su derecho.

—Igual que tu hermano.

—Los dejaremos solos.

—¿Necesita algo?

—Estoy bien.

Ambos salieron y volvieron a cerrar las puertas. Alyssa despertó ya entrada la mañana. Rhaenys fue a saludar a su madre, quería leerle para ayudarla con su luto, pero vio ahí al príncipe, así que dejó el libro y marchó, les diría a sus hermanos que no la molestaran. Aemond le ayudó a comer, ella lo instó a comer también. Volvieron a recostarse, fue una conversación tan banal que hizo a la princesa reír, jamás se imaginó en esa situación. Ella tomó el libro que dejó su hija menor y comenzó a leerle, él le besó la comisura de los labios en agradecimiento.

—Señora, cuervo de su abuela.

—¿Qué dice?

—¿Cuándo podrán llegar? Lo más prudente sería enviar a Rhaenys y Rhaena.

—No me pienso separar de mis hijos.

—¿Y si Rhaenyra no actúa?

—Esperemos que no sea un segundo Viserys porque eso la condenaría.

—Deberíamos decirle que estoy aquí.

No— sentenciaron ambas.

Necesito hablar con Daemon.

—No podemos mover pieza hasta que veamos cuál es la situación en Desembarco del Rey.

—Alyssa, dijo Rhaenys... No podía creerle, ¡exijo traer a Aegon!

—No— ordenó su madre.

—Lo usarán como pieza en los juegos de los Hightower.

—No me prestaré a un juego de tronos, le corresponde a mi hermana, Aegon es un usurpador junto a los verdes.

Hija del trono de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora