XXVIII

256 16 0
                                        

Volar a Desembarco del Rey fue lo más placentero, se trataba de una travesía más larga que solo volar por el mar o alrededor de la fortaleza. Cada uno de sus hijos montó en su dragón. Aemma custodiaba el cargamento de su madre y su dragón, pero no movió un solo dedo por ellos. Rhaenyra llevó a sus hijos en el barco, Daemon sugirió a su sobrina que no hiciera una estupidez, pero ella no estaba para la labor, era su momento con sus hijos, con todos ellos y no se lo quitarían. Mía y Lancel fueron en el barco cargando con el baúl de su señora y con los huevos de Quenya, tanto al dragón como el jinete disfrutaban de cuidarlos ellos mismos.

—¿Y bien?

—Sigue tan sobrio como a mi partida.

—¿Tú dirás?

—Mía, lleva los huevos a mi alcoba, chicos, no se maten ni maten a nadie.

—¿Avisaste a Tyland que vendrías?

—Quiero darle la sorpresa— sonrió, se desprendió de su capa y anduvo detrás de sus hermanos. Al entrar a la cámara de su padre, vio la gran maqueta con que le ayudó en su momento. Daemon y Alyssa permanecieron atrás, pero su tío la instó y sus ojos se cristalizaron al ver así a su padre.

—Soy yo, mi rey— dijo la heredera—. He venido con Daemon y Alyssa.

—¿Daemon? ¿Alyssa? Daemon, ayúdame— Alyssa subió a la cama para acomodar mejor los cojines y la cobija, sostuvo la mano de su padre, aunque ya no la vería dado el parche de su ojo derecho—. Ha pasado tanto tiempo.

—La Serpiente Marina fue gravemente herida en batalla en los Peldaños de Piedra.

—¿Cuándo? Tú ganaste esa guerra hace años.

—No, la triarquía ha surgido y la pelea se reavivó. Hay una petición para decidir la sucesión de Driftmark y el heredero al trono de Driftwood.

—¿Una petición? Alicent y Otto ahora se encargan de todo eso.

—El rey Jaehaerys solo delegó una vez el poder, ¿por qué su sucesor ha de actuar diferente?

—Me hubieras servido tan bien como Mano.

—Nunca lo pediste— acariciaba el rostro de su padre.

—Debes reafirmar tu posición para que Lucerys sea el sucesor de Corlys Velaryon.

—¿Le ha pasado algo a lord Corlys?

—Padre, queremos presentarte a alguien— dijo Rhaenyra—. Padre, él es Aegon y él es Viserys.

—¿Viserys? Pero tú...

—El mío ya es todo un hombre, vendrá en un momento a saludarte— sonrió Alyssa mientras derramaba lágrimas.

—Ese es un nombre digno de un rey.

***

—Oye, soldado.

—¿No sabes con quién estás hablando?

—No lo sé, ¿con quién?

—Con tu futuro rey.

—Eso está por verse.

—¿Dudas de mí?

—¿Te consideras buen jinete? — Aegon la apretó por la cintura, Visenya ni se inmutó ante la cercanía.

—Vi que llegaste en tu dragón.

—Hablaba de caballos, pero igual morderás el polvo.

—Eso está por verse— el príncipe iba a besarla, pero ella se hizo a un lado, no quería ser la otra.

***

—¿Qué haces aquí? Creí que traerías a tu hermana, como en otras ocasiones.

—Solo quería saludar.

—¿Quieres ver a los príncipes?— lo tomó de la mano y lo hizo entrar. Al saber que venían, pidió a las cuidadoras que la dejaran a solas, así ambos disfrutaban de la privacidad que se negaron desde hacía mucho tiempo.

—Son idénticos a ti.

—Soy la madre, era de esperarse— se colocó el cabello detrás de la oreja para ocultar el nerviosismo que Maegon provocaba en ella.

—Debes estar orgullosa de los hijos que has tenido.

—¿Tú lo estarás cuando lady Rhaena tenga más hijos tuyos?

—Yo no tengo más hijos, princesa— acunó su rostro entre sus manos y Helaena lloró al saber que los negaba, pero era lo mejor para los dos. Besó su frente y marchó de allí con la promesa de que le pondría su nombre a su hija cuando naciera.

***

—Creí que irías con tus hermanos.

—Rhaenys y Viserys quedaron en tu cámara para cuidar y leerles a los huevos, mi hermana cree que así eclosionarán mejor y más rápido. Aemma está con Helaena recuperando el tiempo perdido.

—Déjala soñar y ver el mundo con sus ojos, si cree que es lo mejor, así lo va a lograr. En cuanto a Aemma, es igual a ti, sólo tienen un amigo.

—Tú deberías estar con tu hermana.

—Tuve una audiencia con Alicent.

—He de suponer que Daemon y tú la acribillaron con acusaciones.

—Te hace daño juntarte con Maegon.

—Señora, quiero un duelo.

—Te habías tardado.

Madre e hijo blandían la espada con sabiduría, el choque de aceros era aguerrido porque Visenya así le enseñó a su pupilo. Ambos gruñían y se divertían. Jaehaerys no quería herir a su madre, aun recordaba lo que le hicieron en ese mismo patio. Alyssa le dijo que no se preocupara por ella, ambos estarían bien si sabían hacerlo. Todos se arremolinaban a su alrededor. Alyssa rompió el escudo y lo dejó de lado, Jaehaerys la esquivaba con habilidad, la empujó, ella lo jaló de la pierna para hacerlo trastabillar y, aun así, su hijo no dejó de pelear. Al verse acorralado, dejó caer la espada y todos aplaudieron.

—Felicidades, princesa— reverenció a su madre.

—Pronto podré llevarte a torneos, justas y demás.

—Igual la coronaré Reina del Amor y la Belleza.

—Hermana, sobrino, esa fue una gran demostración.

—Gracias, príncipe.

—Quizá quiera estar con alguien a su altura, lady Lannister.

—Targaryen— sonrió, se quitó la capa y la entregó a su hijo, quien le tendió un nuevo escudo. Aemond dibujó una sonrisa de medio lado antes de reverenciar a su oponente.

Hija del trono de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora