IV

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—Nos veremos en la cena.

—Hija, quisiera hablar contigo.

—¿Sucede algo?

—No, solo...

—Yo recibiré a mi tío, descuida.

—Lo prudente sería mandarlo buscar.

—Creo que ya llegó a la Fortaleza, mejor ve con mamá— le besó la mano antes de salir.

—Creí que te vería abajo.

—¿Otra vez te sentaste en el trono?

—¿Tan predecible soy?

—No lo sé, ¿crees que le ganaré a Caraxes?

—Vamos y lo averiguarás— sobrina y tío por fin se abrazaron, este dio un par de vueltas, elevándola del suelo, ella rio acariciando ambas mejillas del mayor y este retrocedió para besar el dorso de ambas manos y depositar unas pulseras en ellas.

—¿Acero Valyrio?

—No hay nada mejor.

—Quenya puso una nidada de huevos, ¿quieres conservar alguno para preñar a tu esposa?

—¿Qué te hace pensar que no lo he hecho ya?

—Pasas más tiempo aquí que en casa, y eso es decir mucho, porque tampoco te veo seguido.

—Eres muy lista.

—Me gusta observar— besó su mejilla antes de silbar a su dragón, este se emocionó como si fuera un pequeño cachorro—. Quédate quieta o no te soltaré— la majestuosidad hizo caso y emprendió caminata hacia afuera nada más sentirse libre.

—Eso lo deberían hacer los cuidadores.

—Quenya es demasiado celosa, solo le gusta mi tacto.

Ambos montaron sus dragones antes de emprender vuelo. Alyssa exclamó de felicidad y emoción mientras surcaba el cielo azul, no necesitaba agarrarse de su dragón, sino que elevaba los brazos en alto para ser acariciados por el viento. Daemon volaba en el lomo de Caraxes a su lado, respetando el espacio que cada dragón requería. La princesa logró ponerse de pie con esfuerzo y acarició el cuello de su dragón, este lo inclinó un poco hacia abajo y ella caminó a prisa sobre él para lanzarse al vacío. Su tío se asustó ante tal hazaña, antes de acelerar la marcha, Quenya había bajado de altitud para atrapar a su señora.

—No vuelvas a hacer eso.

—Es divertido.

—No para mí.

—No te preocuparías si me atraparas antes que Quenya.

—Dile a tu dragón que a la próxima te sostendré yo.

—Siempre espero que lo hagas— lo reverenció y volvió dentro.

La princesa acompañó a su madre durante la tarde mientras le leía, ella ya no tenía las lecciones con la Septa Marlow, sino que disfrutaba de leer por ocio y para el ocio de su madre. Cuando la reina dispuso que iría a dormir, la rubia volvió a su recámara y se quedó en su balcón, desde donde escuchó el tumulto de la ciudad, de las atrocidades que pasaron y de las que seguro su tío tenía mucho que ver. Recibió la infusión de su dama y la bebió de un trago, no era su favorita, ni siquiera le gustaba, pero su abuela Lannister insistió en que todas las mujeres de su familia la bebían y ella no podría ser la excepción porque viviera en el mundo de los Targaryen.

—Fue un arresto sin precedentes de criminales de toda clase, su hermano hizo una demostración pública, realizó los dictámenes él mismo. Oí que necesitaron dos carruajes para llevarse los desmembramientos en cuanto terminó— todos se pusieron de pie cuando los tres entraron, la princesa siempre hacía su gran entrada a la derecha de su padre.

—Dioses benditos.

—El príncipe no puede actuar con este tipo de impunidad desenfrenada.

—Hermano, sobrina— Alyssa sonrió de oreja a oreja verlo ahí sentado a la mesa del Consejo.

—Daemon.

—Continúa, decías algo sobre mi impunidad.

—Debe explicar sus acciones con la Guardia de la Ciudad.

—Tus nuevos Capa Dorada dieron una gran impresión anoche, ¿no? — sonrió con picardía a su tío mientras ponía la esfera en su lugar.

—La Guardia de la Ciudad no es un arma para usar por capricho, son una extensión de la corona.

—La Guardia hacía cumplir las leyes de la corona, ¿no recuerda, lord Strong?

—Mi príncipe, yo no creo...

—Hacer un espectáculo público de brutalidad sin sentido no coincide con nuestras leyes.

—Tampoco que interrumpa a los demás miembros del consejo, ¿no le parece? — la princesa volteó a su derecha.

—Nobles de cada rincón del reino ahora se aproximan a Desembarco del Rey para el torneo de mi hermano, ¿quiere que los asalten, violen y asesinen? No lo sabría a menos que dejara la seguridad de la Fortaleza Roja. Pero Desembarco del Rey se percibe por la plebe como un lugar sin ley y aterrador— luego vio a su hermano—. Nuestra ciudad debería ser segura para su gente.

—Es cierto— atinó el rey—, solo espero que no mutiles a la mitad de la ciudad para conseguirlo.

—El tiempo lo dirá.

—Hicimos comandante al príncipe Daemon para promover la ley y el orden, los criminales deben temer a la Guardia de la Ciudad.

—Lord Corlys tiene razón— dijo Alyssa—, nadie mejor que el príncipe para llevar a cabo noble tarea; te recuerdo, padre, que Rhaenyra y yo debemos cruzar la ciudad para llegar a Pozo Dragón.

—Gracias, sobrina— sonrió su tío.

—Si tan solo el príncipe mostrara la misma devoción a su esposa que a su trabajo, majestad— dijo Otto—. No se le ha visto en Vale o en Runestone en bastante tiempo.

—¿No puede contener la lengua en la mesa o sus comentarios ácidos son también para su hija?

—Tranquila, Alyssa, el señor Hightower se ensimismará incluso más en un par de años, porque no has desposado varón.

—Lady Rhea es su esposa, una dama buena y honorable de Vale, y usted, princesa, también tiene un deber con la corona.

—Que no pienso defraudar, ¿acaso usted duda de mí?

—Hizo un voto ante los Siete de honrar a su esposa en matrimonio...

—Con gusto le daría a lady Rhea, lord Hightower, si quiere a una mujer que caliente su cama; su propia esposa falleció recientemente— el susodicho se puso de pie—. ¿Es mentira?

—Otto...

—Tal vez aún no esté listo para olvidarla.

—Sabes que a mi hermano le gusta provocarte, tú deberías mesurarte, una mujer no hace este tipo de desplantes.

—Una disculpa, majestad— sir Otto se sentó.

—A un gran costo, este consejo ha mejorado a la Guardia de la Ciudad para tus estándares, implementa mis leyes, pero entiende: cualquier actuación como la de anoche, será atendida.

—Entendido, majestad— Daemon se levantó y salió de ahí.

—Majestad, lores— reverenció a cada uno y avanzó a la salida.

—Hija...

—No se preocupe, mi señor— forzó una sonrisa.

Hija del trono de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora