LVI

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—Creí que estarías dormida

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—Creí que estarías dormida.

—Y que tú volverías por la mañana como todos los demás— dejó su lectura—. ¿Qué pasó?

—Nada.

—Ven aquí, hermano— se puso de pie, cogió el bastón y avanzó hasta él.

—¿Cómo sigues?

—No es momento de hablar de mí.

—Estaba con la manceba y él hizo ciertos comentarios.

—¿Qué dijo exactamente?

—Al principio sólo se rio, burlándose de que sólo busco a la primera. Quería a mi ramera para un escudero.

—Déjame asearte— él la vio inquisitivo—. Prometo dejar tu daga— ambos se sonrieron.

—No hay necesidad.

—No hay nada que no haya visto ya.

—No es eso.

—Lo que pasó en la mañana, déjalo ir— el suspiró y se recargó en su hermana—, ¿puedo abrazarte?

***

***

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Hija del trono de hierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora