XXXIV.

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Abby

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Abby

Me incorporé en la cama, con pesadez porque esos días Max no estaba en casa conmigo. Estaba pasando unos días con su familia. Llevaba demasiado tiempo sin verlos y era más que obvio que los echaba de menos.

La noche había sido una mierda al no poder abrazarme a él para quedarme dormida. Me había acostumbrado de tal manera a dormir junto a él, que se me hacía insoportable estar separados.

Pero la mañana fue todavía peor cuando me incorporé en la cama y todo mi mundo comenzó a dar vueltas. Cerré los ojos con fuerza para intentar que todo volviese a la normalidad, pero no fue así. Fue todavía peor, pues una presión increíble se apoderó de mi garganta y mi cuerpo se levantó como si tuviese un resorte para correr hasta el baño.

Y, en cuanto llegué, vacié el estómago como nunca antes lo había hecho. Acababa de levantarme y ya estaba siendo uno de los peores días de mi vida. Intenté ponerme en pie, incorporarme para poder llegar a la cama, pero no fui capaz. El baño me daba vueltas y no me quedó más remedio que quedarme sentada allí durante un rato, esperando a que todo mejorase.

Comencé a respirar de forma pausada, intentado tranquilizarme, porque empezaba a tener una ligera sospecha sobre lo que podía estar sucediendo. Y, cuando lo imaginé, mi corazón empezó a latir con fuerza, de una forma incontrolable. No estaba preparada para quedarme embarazada tan pronto. Yo creía que estaría lista, que estaba realmente convencida, pero todos los miedos comenzaron a aflorar. Era como si no hubiese sido consciente de todo lo que implicaba hasta ese mismo instante, cuando todo parecía más real que nunca.

Anduve de nuevo hasta la habitación, apoyándome con las manos a ambos lados de las paredes para poder mantenerme en pie. Y supe que no me quedaba más remedio: tenía que llamar a Christian, la única persona que vivía lo suficientemente cerca de mi como para poder ayudarme.

Comenzaron a sonar los tonos, mientras yo rezaba porque respondiese a mi llamada. Odiaba aquella puta costumbre que tenía de dejar el móvil tirado por cualquier sitio de la casa, hasta tal punto que parecía olvidarse de que tenía un teléfono.

-Cariño, te estamos esperando. ¿Dónde estás? -dijo nada más responder a mi llamada. Mierda, pensé. Había quedado para ir a desayunar con ellos aquella mañana, plan que estaba totalmente descartado después de lo que acababa de suceder en el cuarto de baño.

-Eh... Necesito que me hagas un favor -pedí, sabiendo que lo haría sin ni siquiera saber de qué se trataba. No era una persona que pidiese ayuda muy a menudo así que, si esa vez lo estaba haciendo, era porque se trataba de algo serio. Y aquello era algo que Christian también sabía.

-Dime, Abigail. Pero, antes de nada... ¿Tú estás bien? -preguntó, probablemente al darse cuenta del tono de voz cansado que estaba usando.

-Más o menos -joder, me encontraba realmente mal, pero decírselo por teléfono tan solo iba a conseguir que se pusiese más nervioso. -Necesito que vayas a la farmacia, Christian.

Incontrolable | Max Verstappen +18 (Imparable Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora