XLI.

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Ciudad de México, México (28 de octubre de 2022)

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Ciudad de México, México (28 de octubre de 2022)

Max

Un pequeño cosquilleo en el cuello hizo que sonriese todavía con los ojos cerrados. Sabía que era Abby, que estaba besando aquella parte de mi cuerpo, y fui incapaz de ocultar una enorme sonrisa, porque aquello significaba que esa mañana se encontraba bien.

Se encontraba mejor que bien.

Abrí los ojos lentamente, con los primeros rayos de sol colándose a través de las cortinas de la habitación del hotel, y lo primero que vi fue su sonrisa. Jamás me cansaría de despertar así cada mañana.

-Buenos días -susurró antes de hundir su rostro de nuevo en mi cuello.

-Alguien se ha despertado cariñosa... -bromeé posando mi mano sobre su cintura. Tan solo llevaba puesta una de mis camisetas, y se le había subido hasta poco más abajo del pecho. Toqué su piel con la yema de mis dedos. Era tan suave como el terciopelo, y sentí cómo ella se estremeció ante aquel simple tacto.

-No estoy cariñosa, Max. Estoy jodidamente cachonda.

Lo susurró sobre mi oído, tal y como sabía que me encantaba. Y por eso exactamente lo hacía, porque era consciente de que, con aquel comentario, sería capaz de llevarme al límite en apenas unos segundos.

-Necesito tenerte dentro de mi... -murmuró sobre mi oído mientras su mano se colaba dentro de mi ropa interior que, por otra parte, era lo único que llevaba puesto.

No hacía falta que me provocase mucho, pues ya estaba más que preparado para ella. Su mano se apoderó de mi erección, acariciándola de arriba a abajo; y lo hizo de forma lenta, como si se tratase de una especie de tortura.

-Joder, Abby... -susurré, seguido de un suspiro que se me escapó sin que pudiese evitarlo. Me encantaba cómo lo hacía; de forma lenta pero imparable. -Me encanta esta forma tan tuya de darme los buenos días -bromeé, a lo que ella simplemente rio sobre mi oído, pero sin cesar en sus movimientos.

Me moví rápidamente cuando sentí que no aguantaría mucho más, pues no quería acabar de aquella manera. No quería que me complaciese simplemente con su mano. Necesitaba todo de ella en aquel preciso instante.

Fue por eso que cuando colé mi mano por dentro de su ropa interior y sentí la humedad en mis dedos, sonreí sin poder evitarlo. Al parecer no era el único que se había despertado con ganas de empezar bien el día.

-Te dije que estaba cachonda -se justificó mordiendo su labio, sonrojándose ligeramente.

-Ya veo que no mentiste -susurré antes de atrapar su boca con la mía mientras que mi mano comenzaba a trazar círculos sobre su clítoris.

Ella se retorcía bajo mi cuerpo, suspirando profundamente, emitiendo de vez en cuando algún que otro gemido que se perdía entre las cuatro paredes de aquella habitación. Sus manos se perdieron en mi pelo, y tiró de él ligeramente cuando noté cómo levantaba sus caderas, pidiendo algo más.

Incontrolable | Max Verstappen +18 (Imparable Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora