Abby
Dejé caer las maletas en el suelo, sin cuidado alguno, nada más entrar en casa. Apenas tenía muebles y, los que había, eran los básicos. Una mesa en el salón, un sofá, una cama y un televisor.
-¿Dónde dejo esto? -preguntó Max entrando detrás de mi, enseñándome sus maletas. Lo había invitado a pasar unos días conmigo, porque él también había insistido en ayudarme con la casa. Y, al fin y al cabo, necesitaba que alguien me echase una mano.
-En la habitación. Al fondo a la derecha -respondí antes de que dejase un corto beso sobre mis labios para después perderse a lo largo del pasillo. Sonreí como una idiota al darme cuenta de que la vuelta a la rutina era un poco menos deprimente si tenía a Max a mi lado.
Los últimos días en Cancún habían sido como el maldito paraíso; uno en el que habíamos compartido noches de pasión difíciles de olvidar. Aquello era algo que Max siempre conseguía; creábamos recuerdos juntos, y yo jamás me olvidaba de ninguno de los detalles. Siempre quería recordar todo con él.
-Pensé que no vendrías nunca.
Una voz y una mano sobre mi hombro hizo que me diese la vuelta, completamente sobresaltada, gritando como si se me fuese la vida en ello. Y, cuando vi su rostro, golpeé su hombro lo más fuerte que pude. Tanto fue así que emitió un gemido de dolor que nunca antes le había escuchado.
-¿Es que pretendes matarme de un infarto? -protesté cuando Christian rio al ver mi reacción. -No me hace ni pizca de gracia. Podría haberme desmayado...
-¿Está todo bien? -la voz de Max se escuchó en la lejanía. Era más que obvio que se había preocupado, y yo no le culpé ni lo más mínimo. Con el grito que había pegado, era casi sorprendente que no hubiese aparecido en el salón en menos de dos segundos.
-Si, todo bien. Solamente es Christian, que casi me provoca un infarto.
-Genial. Me había preocupado -bromeó, haciendo que Christian también riese.
-Anda, ahora te gustan sus chistes -dije dedicándole una risa forzada, que él recibió de manera alegre.
-Digamos que tengo que hacerme a la idea de que tendré que soportarlo incluso cuando deje la Fórmula 1. Porque vais en serio... ¿no? -tuve que hacer un esfuerzo porque no se me escapase una carcajada, porque era más que evidente que Christian había estado esperando nuestra llegada única y exclusivamente para averiguar cómo habían ido nuestras vacaciones.
-Sí, Christian... Vamos en serio -admití, lo que tuvo como resultado una enorme y flamante sonrisa. Me costaría descubrir quién estaba más feliz; si él o yo. -En realidad, vamos muy en serio...
Había pensado mucho aquellos días en si debía contarle o no a él nuestros planes de futuro. Habían sido muchas las veces en las que había dudado si era la mejor idea el hacerle saber que, posiblemente, dentro de unos meses sería una especie de... ¿abuelo postizo? Joder, todavía se me hacía extraño decirlo en mi cabeza. Decirlo en voz alta sería ya completamente surrealista.
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Incontrolable | Max Verstappen +18 (Imparable Libro 2)
RomansaSe separaron. Ella tomó el camino de la derecha, y él tomó el de la izquierda. Pero olvidaron que el mundo es redondo. Libro 2 de la saga Imparable | Max Verstappen.