Abby
Las ganas de vomitar me despertaron en medio de la noche. No era algo fuera de lo común pero, normalmente, sucedía por las mañanas. Miré al despertador que tenía sobre la mesilla. Eran casi las cuatro de la mañana. Me giré en la cama para quejarme a Max de lo mal que me encontraba y pedirle que por favor me acompañase al baño porque temía no ser capaz de llegar sin marearme.
Pero Max no estaba en la cama. Puse la mano sobre las sábanas, y me di cuenta de que todavía estaban calientes. No debía hacer mucho tiempo desde que se había levantado.
Con cuidado, y de vez en cuando poniendo la mano sobre mi boca para calmar las malditas náuseas, me incorporé en la cama. Avancé por el pasillo, de puntillas, tan solo con una camisa blanca de pijama que Max me había dejado porque todo lo que yo tenía ya comenzaba a ajustarse demasiado a mi cuerpo como para dormir cómodamente.
Me paré bajo el marco de la puerta cuando llegué al salón y lo vi desde allí, de espaldas a mi, apoyado sobre sus codos en la encimera de la cocina. Sonreí tristemente al pensar cuántas veces antes había hecho lo mismo mientras que yo dormía, inconsciente de lo que estaba sucediendo.
Me acerqué a él poco a poco y cuando llegué, lo abracé desde su espalda, recostando allí mi cabeza hasta que él se giró poco a poco hasta querer arroparme, pasando uno de sus brazos por encima de mis hombros.
-¿Por qué no estás durmiendo? -preguntó en un susurro. Levanté la mirada para encontrarme con la suya. Se le notaba que estaba cansado.
-Podría preguntarte lo mismo -respondí bromeando, y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. No dijo nada, sino que esperó a que yo hablase primero. -Tengo náuseas. Muchas. Muchísimas -me quejé, algo que provocó una pequeña risa por su parte.
Se separó poco a poco de mi, yendo directo hacia la nevera ante mi desconcierto. Fruncí el ceño cuando sacó el bote de pepinillos de la nevera, y sonreí cuando sacó también la mayonesa. Lo puso sobre la encimera, así como también un pequeño plato donde echó la salsa.
-Dijiste que era asqueroso -le recordé antes de coger uno de los pepinillos para mojarlo en la salsa.
-Pero a ti te hace bien -sonreí antes de morderlo, suspirando tranquilamente.
-¿Y a ti qué te pasa? -pregunté sentándome sobre uno de los taburetes que había frente a la encimera. Max hizo lo mismo, poniéndose frente a mi.
-Llevo días dándole vueltas a lo de mi padre...
-Lo sé -dije sonriendo tristemente. -Llevas días ausente -y, aún así, hacía todos sus esfuerzos para cuidar de mi, a pesar de que ni siquiera él se encontraba con fuerzas.
-Ya lo sé, Abby... Y me jode estar así, porque tengo miedo de no estar cuidándote todo lo que necesitas y siento que...
-Max -dije para que dejase de hablar y me prestase atención. -Nos estás cuidando a la perfección -aseguré juntando mi mano con la suya. A él se le escapó una pequeña sonrisa, pero era más que obvio que tenía un tinte amargo.
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Incontrolable | Max Verstappen +18 (Imparable Libro 2)
RomansaSe separaron. Ella tomó el camino de la derecha, y él tomó el de la izquierda. Pero olvidaron que el mundo es redondo. Libro 2 de la saga Imparable | Max Verstappen.