Se separaron. Ella tomó el camino de la derecha, y él tomó el de la izquierda. Pero olvidaron que el mundo es redondo.
Libro 2 de la saga Imparable | Max Verstappen.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Circuito Spa-Francorchamps, Bélgica (25 de agosto del 2022)
Abby
-Me he encontrado a Horner y lo primero que me ha dicho es que estáis locos. Entiendo que ya se lo habéis contado... -escuché la voz de Daniel a mi espalda y giré mis talones sobre el asfalto del circuito de Spa.
Max y yo estábamos dando una vuelta al circuito a pie, aprovechando que se trataba de uno de los pocos años que no llovía en aquel lugar. Al parecer, muchos otros pilotos habían tenido la misma idea, y nos los habíamos encontrado durante el trayecto.
Era agradable volver a estar de vuelta, pero lo mejor de todo era no tener que esconderme del mundo. Porque era jueves, y las cámaras todavía no habían comenzado a perseguir a los pilotos.
Max y yo habíamos llegado al acuerdo de seguir manteniendo nuestra relación alejada del foco mediático. Una vez pisásemos cualquier paddock, se acababan las muestras de cariño en público. Sería mejor así, sin presión ni tener que hablar cada vez que surgía algún rumor.
-Sí, se lo conté a Horner -respondí cuando Daniel apuró un poco el paso para poder andar a nuestro lado. Estábamos subiendo la cuesta de Eau Rouge, y a mi me estaba costando la vida misma. -Joder, parece más fácil cuando suben los coches por aquí...
-Entonces, ¿váis a tener un hijo? Quiero decir... si quieres tenerlo, debe ser pronto. Tienes casi treinta años; no puedes esperar mucho más -mis pies se quedaron clavados sobre el asfalto y, cuando ellos se dieron cuenta, se giraron para mirarme. Ambos tenían una pequeña sonrisa en sus rostros, y se notaba que les había hecho gracia el comentario. Al fin y al cabo, tenían el mismo sentido del humor.
-¿Podemos dejar de hablar del estado de mis ovarios y su fecha de caducidad? Gracias -respondí volviendo a andar, y el brazo de Max rodeó mis hombros.
-No te preocupes, Abby. Para tener casi treinta, no estás nada mal -dijo el holandés mientras me apretaba con fuerza contra su cuerpo para que no pudiese escapar en ese mismo momento.
- "No estás mal para tu edad". Creo que es el peor intento de halago que he escuchado en mi vida -protesté, porque no era la primera vez que me lo decían. Y Max lo había hecho de manera jocosa, pero los demás no. -¿Por qué no hablamos mejor del hecho de que vas a tener que cumplir sanción y saldrás prácticamente al final de la parrilla? -bromeé con Max, que tal solo me miró enarcando una ceja. Siempre había odiado las sanciones, porque no estaba acostumbrado a salir tan atrás.
-Si te sirve de consuelo, es más o menos en la posición que suelo salir siempre yo, pero en mi caso sin sanción -bromeó Daniel, haciendo que Max sonriese.
-Incluso saliendo de último, estoy seguro de que sería capaz de ganar la carrera.
-No te lo crees ni tú -contesté separándome algo de él para poder mirarle a los ojos.