Se separaron. Ella tomó el camino de la derecha, y él tomó el de la izquierda. Pero olvidaron que el mundo es redondo.
Libro 2 de la saga Imparable | Max Verstappen.
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Hard Rock Stadium Circuit, Miami (6 de mayo del 2022)
Abby
-¿Estás lista? -preguntó Max apagando el motor del coche después de haber aparcado en el parking del circuito.
-No -respondí siendo completamente sincera, y totalmente consciente de lo que nos esperaba fuera de aquel coche.
Estaba más que segura de que, aquel fin de semana, el paddock iba a ser un maldito infierno. Quizá nadie se atrevería a comentar lo que todos ya sabían pero, muchas veces, cierto tipo de miradas hacían más daño que algunas palabras. Y yo no sabía si estaba preparada para enfrentarme a ellas.
Me temblaban las piernas a pesar de estar todavía sentada, y la mano de Max apretó mi rodilla. Cerré los ojos y expiré lentamente, intentando relajarme a pesar de que sabía que era un intento en vano.
-Vamos -indicó Max abriendo su puerta, esperando a que yo hiciese lo mismo. -Cabeza alta, Abby. No hemos hecho nada malo.
Joder, tenía razón. No había hecho nada que otros no hubiesen hecho antes. Me había enamorado. Quizá no era la persona más adecuada de la que enamorarse, y quizá todo era más complicado de lo que nos hubiese gustado, pero tan sólo era eso: amor. ¿Quién podía juzgarnos por ello?
Así que me armé de todo el valor que pude reunir en ese momento y salí del coche. Y lo hice de forma apurada, para poder agarrar la mano de Max lo más rápido posible, cuando las primeras cámaras empezaban a captar nuestra imagen. En ese instante pensé que no era para tanto pero, en cuanto pasamos por las máquinas en las que teníamos que escanear nuestro pase y pudimos entrar al paddock, todo empeoró.
Las miradas de la gente se clavaron en nosotros y, a pesar de que ningún periodista se atrevió a hacer preguntas, todos estaban cuchicheando. Murmuraban cosas que ni siquiera podíamos oír, pero sabíamos perfectamente lo que querían decir. Todo el mundo lo sabía, a pesar de que nadie hablase alto y claro.
Las personas se giraban para mirarnos y hacer comentarios a los que tenían a su alrededor. Lo hacían trabajadores de distintas escuderías, que parecían esperar al mejor momento para despedazarnos, como aves de presa. Pero lo peor fue cuando vi a nuestros propios compañeros hacer lo mismo. Siempre había pensado que Red Bull sería mi sitio seguro, mi segunda casa. Ese día, mi pequeño mundo se vino abajo.
-Sigue andando, Abby. No pares -murmuró Max cerca de mi oído. Me di cuenta en ese instante de que me había quedado completamente paralizada en el medio del paddock. El impacto me había dejado en completo shock.
Le hice caso y volví a caminar a su lado, apretando su mano con más fuerza, como si estuviera buscando todo el apoyo que necesitaba. Y él no me soltó en ningún momento, ni siquiera cuando las cámaras comenzaron a agolparse a nuestro alrededor, inmortalizando la imagen que todo el mundo quería ver.
