Abby
Agarré el pañuelo para secar las lágrimas que inundaban mi rostro porque, por primera vez, me estaba desahogando. Y estaba siendo delante de una psicóloga que había permanecido en silencio mientras yo lloraba y hablaba a partes iguales. Me costaba incluso respirar...
-Abigail, ¿cuánto hace que no estás sola? -buena pregunta. Ni siquiera lo recordaba. Había empezado a salir con Connor cuando tenía apenas 16 años. Luego conocí a Max y después a Ethan. Me quedé pensativa, sin saber muy bien qué responder porque, en el fondo, estaba avergonzada. Era incapaz de estar sola, y me estaba dando cuenta en aquel mismo instante. -Necesitas un tiempo para ti.
-Lo sé... Me he dado cuenta estos días; desde que he vuelto a casa -susurré jugando con el pañuelo entre mis manos. -Pero también le echo de menos... -admití, sintiendo cómo me hacía cada vez más pequeña en aquel enorme sillón. La mujer de ojos castaños y cabello rubio me miró con una pequeña sonrisa en su rostro. Era un gesto tierno, que intentaba transmitir comprensión.
-Es normal. Has pasado mucho tiempo con él, y habéis pasado por muchas cosas juntos. Y algunas de ellas dejan huella -me acordé en ese instante de nuestra escapada a Suiza, de los días en los que venía a mi casa a escondidas, de cuando me acogió en su casa... -Estás enganchada a él, y eso no es sano. Tienes que estar con él porque le quieres, no porque lo necesites para vivir.
Aquellas palabras dolían, porque eran jodidamente reales. Pensé en mi vida, en todo lo que había pasado los últimos meses, y todo giraba en torno a él. Max se había convertido en el centro de mi vida desde el mismo instante en el que empezó lo nuestro. Sin él a mi lado, nunca me sentía completa. Y eso era realmente triste. Pero había algo que me tenía en vilo cada noche, incapaz de dormir más de tres horas seguidas.
-Voy a tener que verlo este fin de semana... Por cuestiones de trabajo, ya sabes -estaba francamente nerviosa. Me temblaban las manos mientras jugaba con mis dedos, incapaz de mirar a aquella mujer a los ojos. Me sentía tan vulnerable que incluso me avergonzaba.
-Está bien; no tienes por qué relacionarte con él -respondió Margaret con una tranquilidad para mi imposible de entender. Sabía que se me haría un mundo el simple hecho de tener que interaccionar con Max. -Y, ¿qué pasa si tenéis que hablar?
-No sé si podré...
-Claro que puedes. Él es una persona más de las que estarán allí.
-No es una persona más para mi -admití; porque Max nunca había sido una persona sin más. Él, sin ni siquiera intentarlo, se había convertido en mi todo. Vi cómo Margaret anotaba algo en su libreta para después levantar su mirada y clavarla en la mía.
-Abigail, necesito que seas completamente sincera. ¿Para qué estás viniendo a terapia? -era una buena pregunta. Podría decirse que el hecho de que mi padre me hubiese obligado, había ayudado bastante a que eso sucediese. Pero, por otra parte, también me había dado cuenta de que lo necesitaba más que nunca.
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Incontrolable | Max Verstappen +18 (Imparable Libro 2)
Roman d'amourSe separaron. Ella tomó el camino de la derecha, y él tomó el de la izquierda. Pero olvidaron que el mundo es redondo. Libro 2 de la saga Imparable | Max Verstappen.