LIV.

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Max

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Max

Me bajé del coche, sudando como nunca y agotado por la carrera. Pero había valido la pena. Había cruzado primero la línea de meta y lo había hecho pensando en aquellas dos personas que me esperaban en casa.

Todavía quedaba una semana más para poder volver, y a mi se me estaba haciendo un puto mundo. Tan solo era la segunda vez que Abby no venía a un gran premio desde que empecé a trabajar en Red Bull. No tenerla en el paddock, conmigo, era una sensación realmente extraña.

Después de abrazos, celebración en el podio y algunas fotos con el equipo, fui corriendo a mi cuarto, allí donde tenía todas mis cosas, incluido el teléfono móvil. Necesitaba hacer una videollamada con Abby lo antes posible. Necesitaba celebrarlo con ella a pesar de la distancia.

Busqué su nombre en la agenda del teléfono, y pulsé la opción de videollamada. Me moví impaciente en el pequeño sofá sin soltar el trofeo para poder enseñárselo lo antes posible. Sonó un par de tonos y, segundos después, el rostro de Abby apareció en la pantalla.

Joder, estaba realmente guapa a pesar de que tan solo llevaba puesto un pijama blanco y su pelo recogido en un moño bajo. Su sonrisa iluminó la pantalla y supe de inmediato que había valido la pena ganar la carrera. Valía la pena al ver su felicidad.

-¿La has visto? -pregunté para cerciorarme.

-Claro que la he visto -rio ella antes de morderse el labio inferior. -Sabes que no me pierdo ninguna.

-Y, ¿qué te ha parecido?

-Me ha parecido que has estado increíble -sonreí como un idiota al escucharla, y ella hizo lo mismo. -Y tu hija debe pensar lo mismo, porque no ha dejado de moverse en toda la carrera -sus palabras me alegraron y me entristecieron por partes iguales. Estar tan lejos de casa y no poder poner mi mano sobre su barriga para poder notar los movimientos me dolía demasiado.

-Hoy todavía no me has mandado una foto... -me quejé, porque no podía pasar ni un solo día sin ver su barriga.

Ella lo entendió de inmediato y, sonriente, cambió la cámara de su móvil para poder enfocar hacia esa zona que yo deseaba ver. Levantó su camiseta ante mi atenta mirada y su barriga apareció en la pantalla. Se me escapó un suspiro cuando Abby posó un dedo sobre ella para señalar aquella zona en la que Maddie se estaba moviendo.

-¿Ves? No puede estar quieta -rio moviendo el dedo sobre su piel.

-Qué ganas de volver a casa... -murmuré arrancándole una pequeña risa a Abby. -¿Cómo estás tú, cariño? - me preocupé, porque Maddie me importaba de verdad, pero Abby siempre sería mi mayor preocupación.

-Estoy bien, Max -respondió volviendo a enfocar hacia su rostro. -He tenido la primera clase con Chloé y tenías razón; me ha ayudado a distraerme y ya le tengo un poquito menos de miedo al parto. Tan solo un poco menos, pero algo es algo -esta vez el que reí fui yo. Jamás conseguiría que Abby dejase de preocuparse.

Incontrolable | Max Verstappen +18 (Imparable Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora