Se separaron. Ella tomó el camino de la derecha, y él tomó el de la izquierda. Pero olvidaron que el mundo es redondo.
Libro 2 de la saga Imparable | Max Verstappen.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Max
Estaba en la sala de espera junto a Daniel, pero en ningún momento me había sentado. Era incapaz de permanecer quieto más de cinco segundos cuando llevaba horas sin tener noticias de Abby. El miedo y las dudas me estaban quemando por dentro.
Habían sido innumerables las veces en las que había ido hasta el mostrador para preguntar por ella, para saber si estaba bien, si estaba consciente, pero nadie me había dicho nada. Y era precisamente eso lo que me estaba matando.
-Max, siéntate, por favor -pidió Daniel revolviendo sus rizos, enredando los dedos en ellos. Era más que obvio que él también estaba preocupado. ¿Quién no lo estaría cuando no sabíamos nada de Abby?
-No puedo, Daniel. Necesito saber algo de ella...
Tan pronto como lo dije, unos pasos apurados se escucharon al fondo del pasillo. Me giré para ver que se trataba de Christian y Geri. Probablemente Daniel los había avisado, pues yo tan solo había llamado a mis padres, a mi hermana y a los padres de Abby, quienes se habían roto por completo al teléfono.
Las caras de los Horner eran un auténtico poema, y juraría que Christian hasta había llorado. Se le notaba en lo rojos que tenía los ojos y la cara completamente descompuesta. Geri venía agarrada a su brazo, y me atrevería a decir que era ella su soporte en esos momentos.
-¿Se sabe algo? -preguntó Geri cuando las lágrimas le cerraron la garganta a Christian. Juraría que jamás lo había visto tan roto en mi vida.
-Llevo horas esperando y no sé nada... Y me voy a volver loco, joder.
En el mismo instante en el que dejé de hablar por culpa de las lágrimas que corrían por mis mejillas, el cuerpo de Christian me arropó en un abrazo que me dejó completamente helado. La última vez que me había abrazado había sido al ganar una carrera, y jamás lo había hecho con tanto sentimiento. Me fijé en su respiración, que estaba tan agitada como la mía.
-Abigail es fuerte. Estoy seguro de que estará bien -susurró al separarse, arropando mi cara entre sus manos para obligarme a mirarle.
En cualquier otro momento, me habría creído cualquier cosa que Christian me hubiese dicho. Siempre había tenido confianza plena en él. Siempre. Pero ese día era diferente. Haber visto a Abby pasar por tanto dolor, tan destrozada... Aquello me había roto. Perder a Maddie traería dolor, pero perder a Abby sería un maldito infierno. Había pasado por ello durante tres años, y sabía que no sería capaz de volver a sufrir aquello.
-Max -esa voz fue inconfundible. Ver a la doctora Brown en cuanto me giré me alivió al instante. Si en alguien confiaba para ayudar a Abby era en ella.
-¿Cómo está? -pregunté avanzando rápidamente hacia ella, dejando atrás a Daniel y los Horner.
-Siéntate primero, Max -aquello me hizo temblar. Pensé en la noticia horrible que estaría a punto de darme si su primera petición era que me sentase. -Está fuera de peligro. Las dos están fuera de peligro.
