XIV.

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Abby

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Abby

Gemí su nombre por millonésima vez cuando los rayos de sol ya empezaban a colarse por las ventanas. Sentada con mis piernas a ambos lados de sus caderas, me dejé caer sobre su pecho. Estaba completamente exhausta, consumida por el placer que llevaba ansiando tanto tiempo.

Ni siquiera recordaba si habíamos llegado a dormir aunque fuese unos minutos, pero poco me importaba. Mientras su mano acariciaba mi pelo y nuestros pechos subían y bajaban de forma agitada, me di cuenta de lo adictivo que era aquello con Max. No quería parar; ninguno de los dos queríamos. Éramos como dos imanes que se niegan a separarse.

-Joder, Abby... -su suspiro me hizo sonreír. Mis manos recorrieron su pecho, allí donde numerosas pecas se extendían creando un estampado en su piel que me hipnotizaba por completo.

-Quiero quedarme aquí todo el día -murmuré besando su pecho entre cada una de mis palabras. No podía ver su cara, pero sabía que estaba sonriendo; siempre lo hacía cuando besaba alguna parte de su cuerpo.

Sus manos se enredaron en la raíz de mi cabello, levantando mi cabeza, obligándome a mirarle a la cara. Como ya había imaginado, allí estaba aquella maravillosa sonrisa; aquella que siempre lograba robarme el aliento y preguntarme qué había hecho yo para tener la suerte de estar compartiendo cama con él.

-Ojalá pudiésemos quedarnos todo el día en esta habitación, pero hoy es la carrera -cerré los ojos con fuerza, porque lo había olvidado por completo. -Pero a la noche volvemos a casa, y ahí no nos puede molestar nadie -fue un comentario, pero sonó como una auténtica promesa. Con sus labios sellando los míos, creí que tendría que pellizcarme para saber si aquello era un sueño o la realidad.

-Tengo que ir a mi habitación a por mis cosas, ducharme...

-Yo voy a por tus cosas. Hoy nos duchamos juntos -lo dijo levantándose de la cama, vistiéndose rápidamente y cogiendo la tarjeta de mi habitación. Instantáneamente, ya lo echaba de menos. La cama se sentía demasiado vacía sin él. -Vuelvo ahora. Espérame en la ducha -dijo inclinándose sobre mi, dejando un rápido besos en mis labios que sabía a bastante poco después de lo que había pasado aquella noche.

Pero sonreí una vez más, jodidamente débil ante sus besos y sus caricias, pensando ya en cómo sería nuestra ducha, en cómo sus manos recorrerían mi cuerpo mientras me hacía suya una vez más. Suspiré sin poder evitarlo cuando salió de la habitación, pensando en esa noche en la que ninguno había dormido. Y,a pesar de eso, nunca me había sentido tan plena.

Todo cambió de manera radical cuando ambos salimos de su cuarto, completamente preparados ya para ir al circuito. El rostro claramente exhausto de Horner nos recibió a ambos con un gesto de desaprobación.

-Buenos días -habló Max, que sonrió tranquilamente. Le daba igual lo que pasase a su alrededor, y Christian no iba a ser una excepción.

-Para algunos más que para otros... -dijo Horner entre dientes. Era más que obvio que no estaba de humor para las bromas de Max que, por el contrario, parecía estar disfrutando de la situación. -¿Habéis dormido algo? Te recuerdo que la carrera es en unas horas...

Incontrolable | Max Verstappen +18 (Imparable Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora