XVII.

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Max

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Max

Me levanté de la cama sin haber dormido más de tres horas. Había sido una noche de mierda en la que me había sentido la persona más rastrera del puto planeta. Hacer que Abby se sintiese así... fue desolador. Ver que no lloraba, que la rabia podía más que cualquier cosa, hizo que sintiese una presión en el pecho difícil de explicar.

Me maldije por cada mensaje enviado a Ava; por cada noche en la que había hablado con ella para desahogarme, por cada noche en la que le había hablado de Abby, de lo mucho que la echaba de menos y de las ganas que tenía de volver a besarla. Porque en eso se habían basado las conversación con Ava en los últimos meses: Abby. Ella había sido el epicentro de todo desde su vuelta.

Hacía más de tres meses que no veía a Ava en persona, y el hecho de que le mintiese de aquella manera a Abby... Tan solo pude recordar las palabras de Daniel cuando se enteró de que seguíamos hablando después de que se acabase nuestra... relación, si es que así se le podía llamar: No me gusta. No me fío de ella.

Finalmente, y para no variar, había tenido razón. Daniel siempre tenía razón, y yo siempre acababa haciendo el capullo. Y aquella vez había metido la pata más de lo que pudiese haber llegado a imaginar.

Anduve con pesar hacia la habitación de Abby, pensando y volviendo a pensar todas y cada una de las palabras que quería decir. No podía permitirme el error de volver a cagarla una vez más. Debía hablar con cuidado, contarle todos los detalles. Si quería tener alguna oportunidad de solucionarlo, debía ser completamente sincero.

-Abby... -susurré inclinándome hacia la puerta. Puse la mano sobre ella, notando la madera fría bajo la palma. Esperé unos segundos, con el corazón en un puño, pero no hubo respuesta. No fue una sorpresa para mi; aquello era exactamente lo que esperaba. -Sé que no quieres escucharme, pero voy a contártelo todo...

Volví a esperar unos segundos, pero nada. Tenía la pequeña esperanza de que respondiese, que abriese la puerta y apareciese ante mi de brazos cruzados, como cada vez que se enfadaba. Pero no fue así. Tragué saliva con dificultad mientras me preparaba para hablar, con el corazón bombeando cada vez más fuerte. Lo podía sentir como si estuviese en la garganta, palpitando rápidamente.

-Siento haber sido un capullo, Abby. Es verdad que te mentí, porque sí seguí hablando con Ava. Pero tan solo le hablaba de ti, de las ganas que tenía de verte y de lo mucho que te echaba de menos. -silencio. Seguía sin respuesta mientras yo me moría por dentro. -Después de que tú llegases, jamás la volví a ver y mucho menos me la tiré, Abby. -tuve que hacer una pausa, porque sentí cómo se me cerraba cada vez más la garganta por culpa de los nervios. -He sido un gilipollas desde que empezamos con lo nuestro, y fui un gilipollas cuando me marché de tu casa hace tres años. Pero he aprendido, y jamás volvería a hacer algo que te pudiese hacer daño.

Más silencio. Me estaba matando el hecho de que no contestase; de que estuviese escuchando todas y cada una de mis palabras y que, aún así, se mantuviese en silencio. Necesitaba que respondiese, que se desahogase. No me importaba si me gritaba, pero quería verla reaccionar.

Incontrolable | Max Verstappen +18 (Imparable Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora