Los autos estaban listos para comenzar la carrera. Habían sido cuidadosamente revisados. Los pilotos se encontraban ansiosos pues esa era una carrera importante: se jugaría la final del campeonato mundial. El piloto del auto rojo se llamaba Charles...
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Mick Schumacher estaba sintiendo la presión de la carrera, su corazón latía con fuerza en su pecho mientras se apoyaba contra la pared del garaje, tratando de recuperar el aliento. Acababa de salir de la pista, decepcionado con su actuación, y no podía quitarse el sentimiento de frustración. No podía creer que había cometido un error de novato como enganchar su rueda contra la pared.
Este error le costó la oportunidad de subir al podio y cualquier punto que pudiera haber obtenido. Se sentó allí hirviendo de ira, casi desafiando a cualquiera a acercarse a él y preguntarle cómo estaba. Los demás, conociendo la frustración del joven alemán, lo evitaron y continuaron con su trabajo.
Desafortunadamente, una mujer joven no captó la indirecta, Lyra Williams, una nueva gerente de relaciones públicas de Mick, recién llegada de su país de origen, Inglaterra.
Lyra estaba caminando cuando vio a su nuevo... ¿compañero? Honestamente, no estaba segura de qué eran, tal vez compañeros de trabajo. Vio a Mick apoyado contra la pared luciendo un poco frustrado. Ella, por supuesto, había visto la carrera y la angustia que acompañó al accidente de Mick.
Tomando aliento, se acercó a él, con la esperanza de ofrecerle algo y presentarse, ya que los dos nunca se habían conocido formalmente.
Mick miró hacia arriba, sus ojos brillando con fastidio, quien se atrevió a perturbar su agitación interna por la carrera. Honestamente, ¿no puede un hombre tener un momento de paz sin que alguien intente que haga algo?
"¿Qué?" espetó, resoplando un poco mientras levantaba la vista desde su posición agachada cerca del garaje a una mujer joven.
Lyra se sorprendió por el tono duro y lo miró fijamente durante unos segundos.
"Lo siento, no quise molestarte. Solo quería preguntarte si estabas bien y presentarme. Soy Lyra, Lyra Williams, ¿tu nueva gerente de relaciones públicas?"
Desafortunadamente, las suaves palabras de consuelo y presentación hicieron poco para ayudar a la ira humeante. Mick miró a la mujer mientras lentamente se ponía de pie frente a ella,
"¡No, sabes que no está bien! Me estrellé, cometí un error que me costó una oportunidad de puntos y podio, ¡y me molestan constantemente las personas entrometidas que me dicen que haga cosas y me regañan constantemente! ¡lassen Sie mich allein!"
Su voz había aumentado el volumen al final de su diatriba, y su rostro se sonrojó un poco por la frustración. Sus ojos azules normalmente brillantes ahora eran tormentosos.
Lyra, recibiendo la fuerza bruta de esta diatriba se quedó en silencio por unos momentos, con los ojos muy abiertos y luego parpadeó, una, dos, tres veces. Abrió la boca, pero sin que salieran palabras la cerró.
