Los autos estaban listos para comenzar la carrera. Habían sido cuidadosamente revisados. Los pilotos se encontraban ansiosos pues esa era una carrera importante: se jugaría la final del campeonato mundial. El piloto del auto rojo se llamaba Charles...
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Cierro la puerta de la autocaravana. Normalmente no me quedo hasta tan tarde en el Paddock, pero después de mi reunión de ayer con Lewis, sentí que tenía que volver a repasar todas las mejoras y cambios que hicimos en el coche. Es lo menos que podía hacer por él. Había algo que tendría que discutir con los mecánicos mañana y pedirles su opinión. Sólo recé para que mañana tuviéramos buena suerte.
Bajé los escalones de la autocaravana e inmediatamente recibí un golpe que hizo volar las llaves. «Joder» dije.
«Mierda tío lo siento» oí su voz y volví a mirarla. «¿Toto?» Preguntó.
«Addison, te juro que cada vez que te veo uno de nosotros sale herido» bromeé. Ella sonrió. Esta era como la décima vez que la veo hoy, pero esta vez no es de lejos.
«Lo siento, estaba caminando hacia atrás, no era consciente de mi entorno».
«Oye, prefiero que me golpees a que golpees la barandilla de aquí. No queremos que te hagas daño».
«¿Pero queremos que te hagas daño?» Señaló el fallo en mi afirmación.
«Antes yo que tú»
Camina un poco y coge las llaves. Me las da.
«Creo que estas te pertenecen»
«Gracias Addison»
«Joder» la oí decir en voz baja.
«Tienes un vocabulario bastante vicioso, alguien debería enseñarte a usarlo con respeto».
«¿Quién eres tú para preocuparte por mi vocabulario?» Ella se rie.
«No lo hago. Solo digo que hay mejores lugares, momentos y cosas que pueden causar esas palabras. Deberían haberte enseñado mejor»
Veo sus ojos azules oscurecerse, mientras su boca se convierte en una mueca. «Enséñame entonces»
¿Perdona? Ella no acaba de decir eso. Es imposible que haya dicho eso.
«¿Qué? Le pregunto.
Se echa a reír.
«Deberías haberte visto la cara, Toto», suelta un suspiro.
Jesús, la forma en que dice mi nombre me hace querer llevarla a casa.
«Estoy confusa y eso normalmente no me pasa», le digo.
«¿Crees que no te he visto mirarme cada vez que paso a tu lado? ¿Crees que no noto la forma en que tu cuerpo reacciona inmediatamente cada vez que hago algo torpe?». Me pregunta.
«No sé de qué estás hablando»
«Excepto que lo sabes, porque si no, no habrías tartamudeado. ¿Le pongo nervioso, Sr. Wolff?».
«N-No», me palmo la cara mentalmente por mi tartamudeo.
Ella sonríe.
«Sabes que no debería sentirme tan atraído por ti como lo estoy. Eres mayor que mi padre, por Dios. Y sin mencionar el hecho de que sois rivales. Pero hay algo en ti Toto» dice poniendo los ojos en blanco.
