Los autos estaban listos para comenzar la carrera. Habían sido cuidadosamente revisados. Los pilotos se encontraban ansiosos pues esa era una carrera importante: se jugaría la final del campeonato mundial. El piloto del auto rojo se llamaba Charles...
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Mi corazón se hinchó de orgullo cuando vi a Pierre subirse al coche para la primera sesión de entrenamientos. Nunca antes le había visto tan concentrado, pero aun así sonrió y me hizo un gesto con el pulgar hacia arriba antes de salir del garaje. No pude ocultar mi propia sonrisa cuando tomé el asiento que me ofreció un mecánico de aspecto amable y prácticamente reboté en mi asiento mientras le veía salir a toda velocidad por el pitlane. No pude evitar sentirme ligeramente celosa, pero siempre había sabido que mi lugar no estaba en un coche de carreras. Tal vez podría convencer a Pierre de que me dejara conducir hasta el apartamento más tarde. Esbocé una sonrisa de oreja a oreja, lo que hizo sonreír al mecánico que estaba a mi lado. Se presentó y me preguntó amablemente por mí. Me resultaba un poco molesto -había preferido ver conducir a Pierre en silencio-, pero seguía pareciéndome muy simpático, así que me aguanté (siempre podía ver la siguiente sesión de entrenamientos en el balcón. La vista era mucho mejor desde allí).
Compartimos un almuerzo rápido con Charles en uno de los puestos de comida aprobados por los pilotos en el paddock (me ardían las mejillas cuando me las besó en señal de saludo y me puse nerviosa y tartamudeé durante los primeros quince minutos de la comida). Pierre pareció reventar de risa ante mi reacción. Al menos no parecía molesto por mi evidente enamoramiento de su amigo.
Sin embargo, cuando Lewis se detuvo brevemente para charlar con nosotros y me puso la mano en el brazo, Pierre se tensó a mi lado. Parecía que se había tragado un limón. Se le notó más tranquilo después de que Lewis nos dejara. Charles, que también se había dado cuenta, puso discretamente los ojos en blanco, como diciendo ("no puede evitarlo, ¿verdad?"). Probablemente había presenciado muchas veces ese comportamiento con las novias de Pierre y, aunque yo no fuera una novia, parecía parte de su ADN "protegerme" como hacía con ellas. Me relajé un poco por la conexión recién establecida entre Charles y yo, y de hecho conseguí mantener una conversación normal con él durante el resto de la comida.
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Cuando Charles nos hubo dejado y emprendimos el camino de vuelta al garaje, suspiré y me volví para mirar a Pierre.
"¿No puedes?"
Trató de hacerse el desentendido en cuanto a lo que me refería, pero yo lo conocía mejor que eso. La tensión de su mandíbula lo delató al instante. Me lanzó una mirada, claramente nervioso.
"No sé de qué me está hablando", dijo secamente.
"Vamos. Hasta Charles se ha dado cuenta. Sé que quieres protegerme de, lo que sea, pero sólo. Para, ¿vale?"
Pierre murmuró algo en voz baja. Las únicas palabras que pude discernir fueron "haciendo el ridículo". Me detuve en seco.
"¿Perdón?"
Luché por contener mi temperamento. Otra cosa que teníamos en común: a los dos nos vendría bien un poco de control de la ira.
"Es que no me gusta cómo te mira. Es un cabrón. ¿Quién toca a alguien así?"
