Los autos estaban listos para comenzar la carrera. Habían sido cuidadosamente revisados. Los pilotos se encontraban ansiosos pues esa era una carrera importante: se jugaría la final del campeonato mundial. El piloto del auto rojo se llamaba Charles...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sebastián Vettel. Cuatro veces campeón del mundo. Ha corrido para BMW Sauber, Toro Rosso, Red Bull, Ferrari y ahora, Aston Martin. Alemán. familia sencilla. Reservado. Y ahora, recién divorciado.
Esa noticia llegó a los sitios web, tal como él no la quería. No habían estado juntos durante algunos meses, pero él no había comentado por la seguridad de Hanna y sus hijos. Sin embargo, los medios siempre lograron tomar pequeños pedazos de su privacidad y difundirlos al mundo.
Sus amigos más cercanos ya lo sabían y su equipo también, pero todos se callaron, lo conocían.
Un par de ojos curiosos buscaban al alemán en la hospitalidad de Aston Martin. Eran amigos, la niña podría tener 7 años menos que él, pero siempre se llevaban muy bien, especialmente cuando necesitaba ajustar su auto. Sebastián siempre fue su puerto seguro, desde que se incorporó a Ferrari en 2019, con solo 25 años y con un conocimiento impresionante de lo que hacía, por lo que cuando decidió cambiar de equipo, ella ni siquiera dudó en hacerlo. El alemán, por otro lado, siempre ha tenido una opinión diferente sobre ella, por supuesto, al principio fue un sentimiento platónico, una amistad que nunca pensó que podría encontrar, hasta el día en que se enamoró de ella. Quizás, fue la chica quien -sin saberlo- terminó por terminar la relación de pareja.
Desafortunadamente, él sabía muy bien que ella no sentía nada por él más allá de una dulce amistad.
Cuando la mujer lo encontró, su expresión de curiosidad se volvió agridulce; estaba preocupada por su estado, sentada en el suelo de la cabina del conductor con las manos en la cabeza. Dio unos pasos y se agachó frente a él, tocándole el brazo ligeramente. Al principio, el hombre se estremeció, pero al oler el dulce aroma del perfume de melocotón, aceptó la caricia, dejando escapar un suspiro entre lágrimas.
"Oye..." susurró ella tan pronto como él levantó la cara. Estaba pelirrojo, con el pelo desordenado y la barba más larga de lo habitual.
"Es público. Soy oficialmente un hombre divorciado".
"No deberían haber hecho eso. Es cruel. Más aún que tienes a las niñas y al pequeño". Dijo en voz baja. "¿Hablaste con Hanna después de que salió la noticia?"
"Sí... Ella sabe que no fue culpa nuestra". La chica esbozó una sonrisa.
"Entonces, si ella lo sabe, vamos. Límpiate la cara y levanta la barbilla. Eres demasiado bueno para sucumbir a lo que hacen los medios". Ella se puso de pie, extendiendo su mano para que él la tomara.
"¿Qué haría yo sin ti, mentiroso?" se rió, deslizando su brazo sobre su hombro.
"No tengo idea. Soy el mejor amigo que podrías tener".
...
Estaba sentada encima de una gran caja de metal, Vettel a su lado, mirando las herramientas que estaban en un estante. Era sábado después de la clasificación y estaban arreglando unos errores técnicos del coche. Sus piernas temblaban mientras lo escuchaba hablar sobre los posibles problemas, escribiéndolos. Cuando los ojos curiosos se levantaron para prestar atención a su conductor, un tipo con una camiseta Alpine pasó junto a ellos, saludándola y en segundos una sonrisa tonta estaba en su rostro.
