Los autos estaban listos para comenzar la carrera. Habían sido cuidadosamente revisados. Los pilotos se encontraban ansiosos pues esa era una carrera importante: se jugaría la final del campeonato mundial. El piloto del auto rojo se llamaba Charles...
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Los brazos de Fernando rodearon tu cuerpo con seguridad. Te abrazó fuerte contra su pecho. Mientras uno de sus brazos cubría tu clavícula por completo, su mano opuesta se posaba sobre tu pelvis desnuda, brindándote el calor que le faltaba a tu piel. Los dos aún estabais mojados por el baño que habíais hecho poco antes y ahora estabais en la terraza delantera del yate de Fernando.
Sus amigos no estaban muy lejos, en la lujosa zona cubierta que funcionaba como salón. Fernando y tú aprovechasteis las últimas horas de sol compartiendo la misma tumbona.
Fernando nunca puede estar tranquilo, de todos modos. Poco después de acostarse, besó tu cuello, haciéndote cosquillas con su barba. Respondiste con risas leves y lo dejaste en paz. Ya podrías haber imaginado hacia dónde iban sus intenciones.
Tenías la intención de relajarte en privado antes de reunirte con los amigos de Fernando. Ibas a pasar todo el fin de semana en el yate, pero tuviste que admitir que comenzaste a extrañar tu privacidad a las pocas horas de entrar en las aguas. A Fernando no parecía importarle si había privacidad o no.
Fuiste succionado de tus pensamientos por las marcas que Fernando estaba dejando en tu cuello, moviendo sus brazos hacia abajo para marcar tu clavícula también.
"Fernando..." murmuraste en protesta, aunque sin mucha motivación. Los labios de Fernando se sentían tan bien en tu piel después de un día entero bajo el sol, así que no te preocupaste tanto por las futuras burlas de sus amigos.
"Shh... solo déjame", susurró mientras te acomodaba mejor en su regazo y te empujaba contra su cuerpo aún más. Ahora su brazo estaba a tu alrededor a la altura de tus costillas, levantando tu pecho en lo que tenía que ser un truco intencional.
Inclinó la cabeza hacia atrás y la apoyó en su hombro, dándole más espacio para trabajar. Disfrutabas del silencio entre vosotros, del sonido del mar y del atardecer en el horizonte. Fernando sabía que necesitabas tranquilidad por unos minutos, y sabías que él necesitaba algo más.
Lo cual encontró rápidamente, tomando sus dos tetas en sus manos y acariciándolas con firmeza. La fina tela de tu bikini no hizo nada para ocultar tus pezones erectos, lo cual notó rápidamente porque lo siguiente que supo fue que Fernando estaba rodando tus pezones entre sus dedos. Intentaste ocultar tus pequeños suspiros y jadeos de sorpresa.
"¿Qué? ¿Eres tímida ahora?" bromeó Fernando, probablemente refiriéndose a cuando antes estabas en el agua con el resto, donde aprovechabas la cercanía para frotar la parte de atrás de tu cuerpo contra la suya frente a los demás, mientras él te apretaba la cintura y ponía su mejor cara de póquer. .
Te reíste porque no pudiste defenderte.
Sus amigos podrían verte si decidieran asomarse a la terraza. Te dejas llevar y ves hasta dónde llegarían los planes de Fernando.
