Los autos estaban listos para comenzar la carrera. Habían sido cuidadosamente revisados. Los pilotos se encontraban ansiosos pues esa era una carrera importante: se jugaría la final del campeonato mundial. El piloto del auto rojo se llamaba Charles...
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La puerta principal del apartamento se abrió, recibida por agua corriente apagada. Miró a su alrededor y vio una manta arrugada en el sofá. Sobre la mesa de café yacía un teléfono, la pantalla oscura. Sonreíste suavemente, cerrando la puerta principal detrás de ti. Luego, girando hacia la puerta, giraste las cerraduras superior e inferior, un hábito que continuabas a pesar de vivir con alguien. No querías alarmar a tu pareja, queriendo mantener tu llegada como una sorpresa.
Dejaste tus llaves sobre la mesita, apoyando tu bolso contra sus patas. Deslizaste tu abrigo de tus hombros, doblándolo a lo largo para colgarlo en el respaldo de una silla de cocina. Usando cada pie, se quita las botas, inclinándose para juntarlas y colocarlas fuera del camino. Miraste hacia las ventanas, notando que las persianas estaban cerradas a pesar de lo brillante que era por la tarde.
Silenciosamente, caminó hacia el dormitorio, sus pies golpeando la lujosa alfombra. Deslizaste tus dedos debajo de tu camisa, levantando el dobladillo por encima de tu cabeza. Una vez que te quitaste la camisa, te desabrochaste y desabrochaste los jeans, sacándolos. Caminaste hasta el borde de la cama, posándote temporalmente para quitarte los calcetines. Cruzando una pantorrilla sobre tu muslo, te quitaste los calcetines uno por uno antes de ponerte de pie para continuar tu camino hacia el baño.
Un suave vapor salió de la puerta rota del baño, invitándote a entrar. La abriste más, asegurándote de que no llamara la atención. En cambio, podías verlo de espaldas a ti en el espejo empañado del baño, el chorro de agua corriente y la suave respiración llenando el baño. Te mordiste el labio inferior mientras admirabas su complexión, los ojos iban desde los hombros hasta los pies, deteniéndose en su trasero bien formado. Parpadeaste un par de veces, apartando los ojos de la distracción en el espejo cuando entraste al baño.
Alcanzando detrás de ti, desabrochaste tu sostén, dejándolo caer al suelo después de quitarte las tiras de los hombros. Enganchando tus dedos en el material de tus caderas, te quitaste las bragas y te las quitaste. Fuiste al mostrador del baño, albergando dos lavabos separados uno al lado del otro, alcanzando la pinza para el cabello en el lado que irradiaba un aire más femenino. Usando su mano no dominante, retorció su cabello, sujetándolo contra su cabeza mientras abría la pinza para el cabello. Cortaste el giro apretado, permitiendo que una pulgada de cabello se derramara sobre el clip.
Caminaste hacia la ducha, alcanzando la manija de la puerta de vidrio. Carlos se paró bajo el chorro de agua corriente, con los ojos cerrados mientras le golpeaba los hombros y el pecho. Las gotas de agua trazaron los contornos del músculo, recorriendo sus abdominales hasta la polla con la que esperabas divertirte. Sus labios se entreabrieron ligeramente mientras pensaba mientras el inferior sobresalía. Sus ojos estaban cerrados, los dedos descansando flácidos a sus costados.
"¿Divirtiéndose?" ronroneaste, abriendo la puerta de la ducha. Se escapó vapor cuando se introdujo aire nuevo en la ducha caliente. Carlos abrió los ojos, saltando ligeramente ante tu voz. Su cuerpo se giró hacia ti mientras te metías en la ducha detrás de él. La puerta de la ducha se cierra detrás de ti.
