Los autos estaban listos para comenzar la carrera. Habían sido cuidadosamente revisados. Los pilotos se encontraban ansiosos pues esa era una carrera importante: se jugaría la final del campeonato mundial. El piloto del auto rojo se llamaba Charles...
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El cálido sol australiano me iluminó mientras me dirigía a la playa.
Estaba en Perth de vacaciones. Sólo era una semana, pero hasta ahora había sido increíble.
Hoy no había mucha gente en la playa. La marea había bajado, así que tenía kilómetros de arena por delante. Me decepcionó un poco, porque me encantaba estar lo más cerca posible de las olas.
Decidí arriesgarme y me adentré un poco más en la playa, sacando el móvil para grabar el sonido del mar al llegar a la orilla.
Desgraciadamente, no me fijé por dónde iba y de repente sentí que mis pies se hundían en la arena. Me había alejado demasiado y acabé hundiéndome en la arena encharcada.
Presa del pánico, intenté remontar la playa, pero cada vez me hundía más. En un nuevo intento desesperado por escapar, perdí el zapato y, justo cuando pensaba que me desequilibraría y caería en la arena, unos brazos fuertes me agarraron por el medio y me ayudaron a ponerme en pie.
Antes de que pudiera dar las gracias a mi salvador, me encontré de repente en sus brazos y corrí de vuelta a la seguridad de la arena seca.
Me depositaron suavemente en la arena y me encontré cara a cara con unos cálidos ojos marrones.
"¿Estás bien? pregunta el desconocido con fuerte acento australiano y preocupación en los ojos.
"¡Estoy bien!" dije con una risa avergonzada. "Es que no me puedo creer que haya sido tan estúpida".
"¿Por qué pensaste que era buena idea salir tan lejos?", pregunta con una ceja levantada.
"No lo sé, sólo quería filmar el sonido de las olas". respondo, sintiendo que mi cara se sonroja.
"¿Filmar el sonido de las olas? "Me pregunta inexpresivo mientras asiento con la cabeza.
"Sí, tonta, lo sé. Lo siento". Agacho la cabeza y no le miro.
"No pasa nada". Me dice suavemente, poniéndome una mano en el brazo. "Por cierto, soy Daniel".
Le miro y sonrío débilmente. Soy Y/N". Contesto antes de mirar a mis pies "Yo también perdí mi bota, soy un idiota". Pongo la cabeza entre las manos.
"¿Perdiste tu bota?" Pregunta Daniel mirando hacia donde acabábamos de estar.
"Sí". Respondo, señalando mi pie cubierto de arena.
"Vale". Daniel me mira y luego vuelve a la playa. "Dame un segundo, ¿vale?"
Antes de que pudiera preguntarle qué estaba haciendo, Daniel volvió corriendo a la arena llena de agua. Cuando volvió hacia mí, sostenía mi bota cubierta de arena en la mano.
Me tapé la boca con una mano para reprimir una carcajada cuando se acercó a mí y se arrodilló junto a mis pies.
Daniel levantó una ceja y me colocó la bota en el pie. Con un suspiro me miró a los ojos y susurró. "¡Me queda bien!"
Me sonrojo cuando Daniel me sonríe y me tiende la mano. "Así que hoy he rescatado a Cenicienta". Dice con un brillo en los ojos.
"En efecto, lo has hecho". Le contesto mientras le cojo de la mano y me lleva de vuelta al embarcadero.
"Entonces, ¿podría tomar algo con Cenicienta ahora que he encontrado su zapatilla de cristal?". me pregunta Daniel con una sonrisa tímida.
"Hmmm tal vez, siempre y cuando mi príncipe pague". Le contesto sonriéndole.
"Trato hecho". responde Daniel mientras me lleva hacia la salida de la playa.
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