Restez avec elle (1/5)

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La conoce en una fiesta.

Con la música a todo volumen en los oídos, el licor ardiendo en los labios y los cuerpos amontonados en la improvisada pista de baile. No recuerda de quién es la fiesta, sólo que Lorenzo le arrastró a ella, pero ya ha perdido de vista a su hermano, engullido por la multitud. Hay manos por todas partes, tirando de su camisa, deslizándose por su espalda. Pero el alcohol que arde en su interior le hace olvidar fácilmente que está rodeado de desconocidos, y se pierde en la energía de la sala.

Es electrizante, retumba en sus venas y casi siente que va a toda velocidad. El corazón le martillea en el pecho, tiene la cara caliente y el sudor le resbala por el cuello. Le encantan las noches así. Le encanta olvidar que es Charles Leclerc - ' Il Predestinato' .

No le malinterpretes, las carreras lo son todo para él. Es la sangre en su cuerpo, el aliento en sus pulmones, no sería nada sin ellas, pero a veces es exactamente eso lo que echa de menos.

No ser nada, no ser nadie.

Vivir la vida sin el peso aplastante de la Scuderia a sus espaldas.

Un cambio repentino en la música le devuelve a la realidad. Se oye el chirrido de una pista y la gente a su alrededor empieza a abuchear en voz alta. Él se une, no por ninguna razón en particular, pero se siente bien. Empieza a reír, mientras alguien grita a su lado: "¡Esto es una mierda!".

Con la multitud quieta, por fin puede desenredarse. Se desliza por las rendijas de espacio, casi tropezando con sus dos pies. Se las arregla para encontrar la cocina, con tazas solas rojas esparcidas por la isla de mármol. Con un suspiro, Charles se apoya en la fría superficie, tratando de calmar los rápidos latidos de su corazón. La habitación gira un poco y él maldice por haber bebido tanto, nada valdrá la resaca de mañana.

"¿Estás bien?"

Una chica encaramada a los armarios le observa desde arriba. Su voz es fuerte, luchando por elevarse por encima de la música que se reanuda tras ellos.

Él asiente, apoyándose en el mostrador: "Estoy bien".

"¿Estás seguro? Una sonrisa se dibuja en su rostro y Charles no puede evitar devolvérsela.

"Lo estoy".

"No lo pareces", sus pies se balancean donde cuelgan, su tobillera brillando a la luz artificial de la cocina, "Deberías beber un poco de agua".

"Gracias por la sugerencia".

Se ríe, pero él no la oye. La música se traga sus voces y no puede evitar desear que todo el mundo se calle.

"¿Tal vez un poco de aire?"

Él asiente, viéndola bajar de su percha. Salen al balcón y el viento nocturno le acaricia la piel, las luces de Mónaco brillan en la oscuridad. Su maravillosa ciudad respira bajo él. Charles se aferra a la barandilla, mirando a lo lejos el mar, la luna bailando sobre las brillantes aguas. Los barcos se mecen al compás de las suaves olas, y parece como si los brazos del océano intentaran mecerlos para que se duerman.

One Shots ft. F1 Driver'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora