Los autos estaban listos para comenzar la carrera. Habían sido cuidadosamente revisados. Los pilotos se encontraban ansiosos pues esa era una carrera importante: se jugaría la final del campeonato mundial. El piloto del auto rojo se llamaba Charles...
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Fue anoche cuando conocí a Lando y a Max, pero me pareció que habían pasado semanas. Ambos hicieron de mi cumpleaños un día que recordaría siempre. Fue agradable estar con los dos y fueron tan dulces conmigo. Sentí que podía contarles cualquier cosa y que lo entenderían sin juzgarme y sentí como si los conociera desde hace años. Nunca antes había tenido esa conexión instantánea con nadie y ahora tenía a dos personas que me comprendían completamente. Nunca había sentido algo por alguien tan rápido, así que me daba un poco de miedo, pero ellos se preocupaban de verdad por mí y yo me preocupaba por ellos. Los dos. No había celos porque los tres éramos iguales en cierto sentido. Eran mejores amigos y yo era la pieza del puzzle que nos unía a todos.
Después de esa noche con ellos, nos despertamos todos con bastante resaca y fuimos a desayunar a una cafetería muy mona a unas dos manzanas de la casa de Max. Hacía buen día, así que decidimos sentarnos fuera mientras tomábamos café y comíamos cruasanes. Hablamos de que Max y Lando querían que fuera con ellos a su próxima carrera en España. Eso significaría pasar una semana y media en un país extranjero con dos pilotos de F1 que acababa de conocer en persona hacía menos de 24 horas. Parecía intimidante. Se ofrecieron a pagarlo todo durante el viaje y Max dijo que avisaría a su ayudante para que me consiguiera todo lo que pidiera. Me di cuenta de que realmente querían mi compañía y fueron muy amables. Parecía que yo les gustaba tanto como ellos a mí. Estaba a punto de empezar mi próximo curso en la universidad la semana que viene, pero este curso era todo en línea, así que funcionó a la perfección. La universidad siempre fue mi prioridad y sólo me quedaba un año para graduarme, así que tenía que tomármelo en serio. Tenía muchas ganas de ir a España con ellos, obviamente, y les dije que lo haría siempre y cuando entendieran que a veces necesitaba mi propio tiempo para hacer cosas de la escuela. Tenía un examen y una redacción para la semana siguiente. Los dos me dijeron que lo entendían y que se encargarían de que tuviera mi propio tiempo siempre que lo necesitara. También necesitaba otras respuestas.
"¿Podemos hablar al menos brevemente de qué somos exactamente los tres?". Empecé nerviosa mientras miraba a Lando y a Max de un lado a otro. No sabía cómo iban a reaccionar o qué iban a decir, pero necesitaba saberlo y sabía que podía ser sincera y franca con ellos. "Sé que nos acabamos de conocer anoche, pero me gusta mucho estar con vosotros. Sólo quiero asegurarme de que estamos todos... en la misma página con todo esto".
"Bueno, creo que a los dos nos gustas de verdad", respondió Max inmediatamente mirando a Lando y ellos de vuelta a mí. "¿Y nosotros te gustamos a ti?"
"Si no era ya obvio por lo de anoche", me reí. "Sí, me gustas".
"¿Entonces te gustaría ser nuestra novia?". preguntó Lando.
Juro que se me cayó la mandíbula al suelo al oírlo. "¿Hablas en serio?" pregunté enseguida sin procesar lo que acababa de preguntarme.
"Lando y yo lo hemos hablado esta mañana mientras dormías. A los dos nos gustas y queremos que estés con nosotros. Los dos. Creo que Lando y yo somos amigos desde hace suficiente tiempo como para confiar el uno en el otro", dijo Max y dio un sorbo a su café. "Nunca he conocido a alguien como tú y encajas tan bien con nosotros".
