Los autos estaban listos para comenzar la carrera. Habían sido cuidadosamente revisados. Los pilotos se encontraban ansiosos pues esa era una carrera importante: se jugaría la final del campeonato mundial. El piloto del auto rojo se llamaba Charles...
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Amabas tu trabajo en Aston Martin. Pudiste viajar por el mundo y ver nuevas culturas, todo mientras hacías lo que amaba. Pero durante la semana pasada, ser ingeniero senior no fue tan espectacular como muchos hacían parecer. Los ingenieros que esperaban nuevos diseños de chasis, los mecánicos que recibían una nueva capacitación y el director de su equipo exigían mejoras después de un agotador triple encabezado lo habían empujado en mil direcciones diferentes.
Usted había pasado por alto las largas horas y las comidas olvidadas, incluso cuando parpadeaba para mantenerse despierto y comía barras de granola para evitar que su estómago retumbara. Los círculos oscuros debajo de tus ojos estaban cubiertos por corrector, y aunque la mayoría ignoraba los hombros caídos y el enrojecimiento de tus ojos, cierto conductor pareció darse cuenta tan pronto como asomó la cabeza en tu oficina.
"¿Estás ocupado?", Preguntó Lance, con el ceño fruncido con preocupación. Cerró silenciosamente la puerta detrás de él antes de rodear tu escritorio para acercarte a su lado. Tarareaste, señalando las maquetas que estaban sobre tu escritorio". Necesito tu ayuda cuando tengas la oportunidad. Mi oficina."
"Necesito terminar estos diseños para que podamos obtener datos antes de Imola. De esa manera puedo tomar una decisión final sobre...
"Se trata de uno de mis mecánicos", espetó Lance. Pudo ver la mirada vacilante cruzar tus ojos cuando giraste la cabeza y finalmente encontraste su mirada firme. Sus labios permanecieron apretados en una línea apretada, asegurando que su verdadero motivo no pasara desapercibido.
"¿Podemos hablar de esto en casa, Lan?", suspiraste, dejando caer los hombros cuando volteaste a mirar los papeles transparentes. Sacudió la cabeza.
Entre el constante suministro de café en la cafetería y las rápidas siestas en tu escritorio, seguiste trabajando sin mucho descanso. Había sido así durante tres días, y Lance no estaba seguro si tu palabra era suficiente para llevarte de regreso al pequeño departamento que compartías.
"Después de las cinco en punto, somos solo nosotros", respondió Lance, refiriéndose al acuerdo que ustedes dos habían hecho hace casi cuatro años, cuando Aston Martin aún no era el mismo.
Se unió cuando usted tenía solo unos años de carrera como ingeniero. Después de algunos informes del equipo y charlas rápidas en el pasillo, Lance se había enamorado perdidamente de ti. Al principio, lo negaste, pero después de semanas de que él insistiera en invitarte a tomar un café, finalmente aceptaste bajo una circunstancia.
El trabajo se quedó en el trabajo. El hogar se quedó en casa.
"Está bien", resopló, "pero será mejor que me traigas café".
Su voz debería haberlo delatado. Cómo oscilaba ligeramente al final de una frase, y cómo te pedía con delicadeza que sacaras una hora de tu agenda, robándote muy cortésmente tu calendario para marcar él mismo un bloque de tiempo antes de que pudieras discutir (porque simplemente sabía que lo harías).
