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Capítulo 40

Un paso más cerca

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Los dos se volvieron naturalmente pegajosos cuando se juntaron, y no podían separarse, quedándose en la misma habitación para mirarse y seguir riendo durante media noche. Este tipo de personas enamoradas es realmente algo digno de contemplar.

El padre de Chen Tianhe tosió de nuevo en la mesa y miró a Chen Tianhe con sus palillos y dijo:

— Tianhe, come tu comida, ¿por qué siempre estás mirando a Han Yi? Es de mala educación.

Han Yi levantó la cabeza y sonrió ante esto, limpiándose la comisura de los labios para aliviar a Chen Tianhe. — Es porque tengo algo de arroz aquí, no me extraña que Tianhe me esté mirando. — Después de decir esto, levantó las cejas y le hizo un gesto con los ojos para que comiera su arroz.

Sólo entonces, Chen Tianhe levantó sus palillos y comió: Han Yi es tan guapo, ¡es la persona más guapa que he visto!

La madre de Chen Tianhe, Tong Shu, miraba a estos dos niños, ¿por qué se sentía extraña?

Cuando regresó a su habitación después de comer, Chen Tianhe cerró la puerta tras de sí y arrastró a Han Yi para que mirara su material de estudio para el examen provincial conjunto, era como un pavo real mostrando sus plumas, fanfarroneando sin parar, parloteando mucho, pero Han Yi ni siquiera podía intervenir.

Como sólo había una silla en la habitación de Chen Tianhe, los dos sólo podían apretujarse en ella, con la mano derecha de Han Yi alrededor de la cintura de Chen Tianhe, con la cara mirándolo para poder escucharlo mejor. Los dos estaban tan cerca que Chen Tianhe también giró la cara y apretó su mejilla contra la de Han Yi, quien aprovechó para besarle en la comisura de los labios.

Chen Tianhe apartó la cara con disgusto:

— Sólo sabes aprovecharte de mí.

Con una sonrisa en la cara, Han Yi tomó a Chen Tianhe entre sus brazos y lo colocó en su regazo, luego rodeó su cintura con sus brazos, que era una posición mucho más cómoda para sentarse, pero a Chen Tianhe ya no le gustaba y se retorcía:

— Suéltame, no quiero sentarme en tu regazo, es muy vergonzoso.

Han Yi lo abrazó más fuerte:

— No te muevas, quiero darte algo.

— ¿Qué es?

— Extiende la mano.

Chen Tianhe extendió obedientemente la palma de la mano, igual que un niño que busca un caramelo, Han Yi sacó una pulsera roja y se la ató firmemente a la muñeca.

Chen Tianhe se sorprendió y dijo:

— ¡¿No es esta mi pulsera?!

Han Yi levantó la muñeca y tenía una en la mano, exactamente igual.

Chen Tianhe se alegró:

— Jaja Han Yi, ¿tú también comprasto uno por dos yuanes? ¡Te dije que lo había comprado! Incluso me lo robaste.

Chen Tianhe se dio la vuelta para mirar su propia pulsera y la comparó con la de Han Yi, parecía un poco diferente, debía de ser de un lote distinto, ¡pero no importa! De todas formas, ¡es un par! Chen Tianhe se sintió satisfecho y le dijo a Han Yi: