Cap. 3

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Y el día esperado, llegó.

Se había despertado a las 5:30 de la madrugada, algo muy raro en él, ya que solía despertarse cómo muy tempranamente a las 10 u 11 de la mañana, pero la ansiedad estaba carcomiéndolo desde el momento en que se fué a acostar.

Por ello, se despertó y sin esperar más se levantó, Elizabeth le había informado que debía estar en la residencia Bondoni a las 7:30 ya que ellos partirían a sus empleos a esa hora, tenía todavía una hora y media para estar en su casa y prepararse, así que sin más, se metió al baño y abrió el grifo de la ducha. Se aseó tomándose su tiempo y después salió de ésta, buscando en el armario lo más cómodo y formal que podría usar. Unos joggings azules Nike, una remera manga corta, camiseta arriba, un sweater de polera con cuello largo y una campera térmica, con unos tenis negros completaron su outfit. Hacía mucho frío esa mañana y es que el invierno estaba a nada de entrar.

Eran las 6:20 cuándo él bajó a la planta baja y se dirigió a la cocina, el olor a café y waffles penetraron sus fosas nasales haciendo que su estómago rugiera con ferocidad. Sus padres se encontraban allí, Juan leyendo el diario y Niurka batiendo una taza, que supuso, era para él.

— Buenos días. — saludó encaminándose hacía su padre para besar su mejilla y luego hacer lo mismo con su madre. Se sentó en su lugar habitual, frente a su progenitor.

— ¿Y, estás preparado para hoy, hijo? — preguntó el pelinegro mayor.

— Sí, estoy listo, sé que será un buen día hoy. — dijo.

— Me alegra muchísimo escuchar ese entusiasmo, bebé. — espetó su madre sentándose a un lado de su esposo. — Lizz y Uberto quedaron muy satisfechos contigo. Me dieron muy buenos comentarios sobre tí.

— Espero que no te aburras de tu nuevo trabajo, éste empleo no es cómo los anteriores que haz tenido, Lewis. — comenzó su padre. — se trata de cuidar de una persona con una capacidad distinta a la de los demás. Si haces ésto, debes mentalizarte en que no puedes dejarlo así cómo asi. ¿Bien?

Se sintió cómo un niño reprendido por lo que bajó la cabeza y asintió.

— Lo sé, papá. Eso no ocurrirá.

— Espero que así sea. — dijo con seriedad. — bueno, ya es momento de que me vaya. — se levantó de su lugar y dió un beso a su mujer para luego acercarse a su hijo. — ten un buen día, hijo. Mucha suerte.

— Gracias, papá. Igualmente para tí.






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Después de que sus padres se retiraron ambos y por supuesto él también, condujo hacía la casa de los Bondoni para iniciar su primer día de trabajo.

El camino hacía allí le resultó más corto que el día anterior, así que no tardó mucho en llegar.

Una vez estacionado, bajó de su auto y se encaminó por el pequeño caminito de piedras hasta que llegó a la entrada de la casa. Tocó el timbre y esperó, ojeando su reloj y viendo la hora, 7:29, se felicitó mentalmente por ser puntual.

¿Puedo Abrazarte?  // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora