Cap. 22

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Se encontraban en la cocina, era hora de preparar el almuerzo y mientras Joaquín estaba sentado en una de las banquetas, Emilio se encargaba de preparar los ingredientes para marinar la carne.

- Entonces... Cuándo tú vienes a verme ó algo, yo debo preguntarte cómo estuvo tu día y lo que haz hecho y lo que no ¿Verdad?

El castaño preguntó, ellos estaban estableciendo algunas reglas que debían seguir ó más bien, aconsejándose el uno al otro para poder tener una fructífera relación.

Terminando de picar el ajo, Emilio asintió.

- Claro... Ó también cuándo tengas alguna duda ó no entiendas algo que yo digo puedes preguntarme, bebé.

- Bueno, deberíamos hacer una lista de nuestras reglas, tú dijiste que eso sería una buena idea.

- Lo es, es una brillante idea, cariño. Así que podríamos hacerlo después de-

No terminó de formular la palabra ya que el castaño había salido disparado de la cocina en cuánto sus piecitos tocaron el suelo.

- ¡Amor, no corras, te vas a caer! - regañó aunque obviamente no fué escuchado por el menor.

Lavando sus manos en el fregadero las secó y cuándo se dispuso a salir de la cocina, sin previo aviso el castaño llegó corriendo cómo un torbellino haciendo que Emilio no pudiera esquivarlo a tiempo y chocando sus cuerpos, el impacto los hizo caer de espaldas, golpeando el suelo posteriormente.

- Emilio... ¿Porqué no te fijas por dónde caminas? - musitó Joaquín sentándose lentamente.

Emilio lo imitó, sobando su espalda cómo pudo y lo miró incrédulo.

- No creí que vendrías corriendo contra mí.

- Y yo no creí que te cruzarías en mí camino. - se quejó. Lentamente se levantó y recogió lo que se había caído de sus manos cuándo chocó con su novio. - tiraste mis cuadernos, tendrás que arreglarlo si se dañaron.

- Creo que me lastimé el trasero. - se quejó Osorio sobándose. - ¿Tú estás bien? ¿Te lastimaste?

- Uhm... - comenzó a tocar las partes de su cuerpo; su cabeza, rostro, brazos, su pecho, abdomen, espalda, trasero y piernas. - no, no me he roto nada, estoy bien.

Emilio sonrió. - no se dañaron tus cuadernos, bebé. - espetó revisando los mismos. - ¿Que harás con ésto?

- Tu cuaderno será el Rojo, el mío el amarillo; tú escribirás allí tus reglas. - señaló. - yo escribiré las mías aquí y cuándo terminemos nos mostraremos y así estudiaremos lo que debemos hacer y no hacer para no enfadar al otro. ¿Está bien, bebé?

Emilio no podría negarse a nada mientras Joaquín usase aquel término con él.

- Está bien, amor. ¿Quieres hacerlo ahora?

- Por supuesto.

- Bien, hagámoslo.

Ambos se encaminaron hacía sus anteriores posiciones, Emilio del lado de la isla dónde tenía todas sus preparaciones; Joaquín se sentó sobre la banqueta, apoyó su cuaderno, abriéndolo y luego, con su bolígrafo en mano, comenzó a escribir.

Emilio lo observó con amor mientras terminaba de hacer el almuerzo y en sus pequeños tiempos libres escribió algunas cosas.

De hecho, él no había pensado en muchas reglas. Sólo lo que él creía más importante y básico para hacer funcionar su trato, ya que estaba seguro que su relación con Joaquín no sería tan difícil de llevar.

¿Puedo Abrazarte?  // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora