Cap. 6

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No tenía idea de la razón ó el motivo, pero era la tercera noche en la que sus sueños estaban siendo tomados lentamente por un castaño ya bastante conocido para él. Habían pasado tan sólo 3 días desde que comenzó a trabajar cuidando a Joaquín y el chico no salía de su mente ni un sólo segundo.

Se preocupaba mucho por él y después de abandonar la casa de los Bondoni, después de la cena, le enviaba un mensaje a Elizabeth ó a Uberto preguntándoles por el bienestar del menor.

Era bastante exagerado, eso él lo tenía muy claro, pero eso tampoco le impedía seguir haciéndolo.

Hoy era viernes y ya eran las 7:30 en punto cuándo Osorio estuvo tocando el timbre de la residencia Bondoni.

El día era demasiado crudo y frío, estaba horrible. Pues había llovido toda la noche, aún lloviznaba y el cielo estaba completamente negro.

Se había abrigado completamente, tenía una malla debajo de los joggings negros, dos camisetas, una polera negra, un sweater de lana, una de sus tantas camperas térmicas, guantes y un beanie.

Y aún así, estaba temblando, sufría muchísimo con el frío, no podían culparlo.

En cuánto la puerta fué abierta, fué recibido por Uberto, quién lo adentró con prisa, la calidez del hogar lo abrazó con rapidez, la chimenea estaba encendida y calentaba todo el ambiente.

— Emilio, estás temblando. — musitó el mayor mirándolo con preocupación. — ¡Amor, prepara algo caliente para Emilio, por favor! — pidió mientras lo acompañaba a sentarse en el sillón individual a un lado de la chimenea.

— Estoy bien, Uberto, no se preocupe, se me pasará cuándo mí cuerpo recupere su calor. — masculló el rizado.

La castaña entró al lugar con una taza de chocolatada humeante. Y una sonrisa compasiva.

— Oh, Mailo. — musitó la mujer. — mírate, pescarás un resfriado, toma ésto y así podré darte un antigripal ó algo ¿Si?

— No se preocupen, enserio. Sólo era el frío momentáneo. — sonrió recibiendo la taza y aspirando el delicioso aroma de la chocolatada. — ¿Cómo está Joaco?

— Él está bien. Hace mucho frío hoy así que decidió quedarse en la cama un ratito más. — contó la mujer sin borrar la sonrisa. — ¿Quieres que te traiga una manta y te acuestas en el sofá? Joaquín no vá a levantarse hasta las 8 y sabes que tarda 20 minutos en lo que se tarda en ducharse y cambiarse.

— Si, está bien por mí. — dijo sorbiendo la bebida entre sus manos.

— Bien, vuelvo en un momento.

Luego de que la mujer se fué, se quedó conversando con el mayor sobre algunas cosas de Joaquín. El menor había estado hablando mucho sobre Elyzabeth y Leidy, realmente a sus padres les encantaba ver a su pequeño retoño estar tan activo desde que conoció a las dos chicas y estaban seguros de que querían tener más contacto con ambas, por lo que Uberto aprovechó el momento para pedirle al rizado el número de su amiga y así poder contactarse con los padres de la nueva amiga de su hijo.

Elizabeth volvió minutos después con la manta y arropó al oji-café, cuál madre a su hijo en el sofá.

Emiloo agradeció el gesto y antes de que se fueran, les prometió ya estar mejor, así éstos se iban más tranquilos.

Apenas los mayores se fueron a sus trabajos, el rizado aprovechó el tiempo para levantarse e ir a lavar la taza usada por él.

Luego de eso, se puso a observar las fotos colgantes en las paredes y después los cuadros sobre el aparador.

¿Puedo Abrazarte?  // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora