Cap. 9

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— Leima dijo que íbamos a ver una película hoy, Joaquín. — dijo la ojinegra mientras pasaba con algo de fuerza el crayón por el boceto, en cambio el castaño estaba tratando a su dibujo con toda la delicadeza que podría existir.

— Vas a romper mí crayón, Ely, debes hacerlo con cuidado, lo estás arruinando.

— Leidy dijo que iríamos a ver una película hoy, Joaquín. — repitió.

— ¿En un cine?

— No lo sé.

— En el cine hay mucha gente, Elyzabeth, eso no es bueno. Hay muchas bacterias y gérmenes y puedes contagiarte de cualquier virus ó algo así.

— ¿Cómo voy a contagiarme si no toco a las personas?

— Respiras el mismo aire que la gente sucia, es peor que tocarlos, no vayas al cine ó no seré más tu amigo y no vendrás más a mí casa, Elyzabeth.

La ojinegra ladeó su cabeza. — ¿Eso qué significa?

— Que si te contagias pestes no quiero que vengas a mí casa.

— Está bien, le diré a Leidy que no iremos al cine.

El castaño asintió sin quitar la vista de su dibujo, era el perfil de una persona.

En ese momento Emilio y Leidy entraron a la habitación del castaño con dos bandejas en sus manos.

— Quín, te he preparado leche con chocolate ¿Quieres con galletitas?

— Quiero que no me interrumpas mientras dibujo, Emilio.

Y sí, hoy estaba extremadamente distante con él, pero bien sabía que no debía tomarlo personal, pues los cambios drásticos eran parte de la vida de Joaquín y obviamente no podía enojarse con el menor ya que no lo hacía con intención de herirlo.

— Lo siento, Joaco. — dijo dejando la bandeja sobre la mesita que estaba junto al sofá de descanso.

Hoy era sábado, los padres de Joaquín se habían tomado la tarde para hacer unas compras necesarias para el hogar, por lo que Emilip estaba haciendo horas extras y ya que Joaquín no estaba hablándole desde que la semana había comenzado, decidió invitar a Leidy y a Ely, con el permiso de sus jefes por supuesto, y así el castaño pudiera entretenerse con la compañía de su amiga.

— Ely, recuerda que debes tomar tu píldora a las cinco ¿Sí, mí amor?

— Si, Leima, ya lo tengo aquí. — señaló su cartera y luego volvió a su dibujo.

Ambos menores se la pasaban dibujando desde que descubrieron que eran buenos haciéndolo.

Por otro lado, Leidy y Emilio se acomodaron en el sofá de descanso y tomaron sus energizantes que la pelinegra había traído consigo.

— ¿Sigue igual, Huh? — señaló Sánchez.

— No sé qué hice. — se encogió de hombros. — se alejó de mí después de la primer semana y no entiendo, quiero decir; una parte de mí lo entiende, por supuesto; pero la otra, la sensible de mí, me hace sentir peor de lo que ya lo estoy.

— Tranquilo, Mailo, es normal en éste caso; Elyzabeth también me ha apartado miles de veces, pero sé que es algo normal en ella y lo respeto, espero a que ella vuelva y entonces hago algo al respecto.

— ¿Y yo que debo hacer ahora? ¿Esperar? Ni siquiera quiere hablarme, Leima.

— Pregúntale. — dijo simple.

El oji-café la observó incrédulo. — ¿Qué le pregunte?

— Así es, pregúntale. Si le pasa algo, te lo dirá.

¿Puedo Abrazarte?  // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora