Cap. 39

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Al salir de la ducha se encontró con unos jeans negros, una camiseta y una sudadera, Osorio se dió cuenta que el jeans era de Uberto, ya que el cuerpecito del castaño era más pequeño que el suyo.

Terminó de vestirse y bajó hacía la cocina, en dónde el olor de las tostadas llegaron a sus fosas al instante en que estuvo en la planta baja.

Cuándo entró a la cocina, Joaquín estaba de espaldas, moviéndose de aquí para allá.

Emilio sintió el impulso de querer abrazarlo por detrás, cómo siempre le sucedía, pero pensó que no debía aprovecharse del golpe de confianza que su chico había tenido la noche anterior y minutos antes de que él entrase al baño.

Por lo que se acercó y se puso a su lado.

— ¿Te ayudo en algo, amor?

Bondoni negó tomando la sartén y ponerla en el fuego.

— No, ¿Sabes? He aprendido que me gusta la cocina, Emilio. — dijo girándose hacía él y juntando sus manos. — mamá me llamó, dijo que haría una cena hoy en la noche, quiere que invite a tus padres y a nuestras amigas.

— ¿Es por algo en especial?

El castaño se movió hacía el refrigerador y sacó huevos, mantequilla y volvió a su puesto.

— Hoy mis padres cumplen 23 años de casados. Es una noche especial para ellos. Siempre los festejamos los tres, pero la familia se agrandó.

Osorio sonrió al escuchar a su chico.

— Tienes razón, ¿Quieres que te ayude a preparar algo?

— Mamá saldrá más temprano hoy de trabajar, la ayudaré a preparar la cena. ¿Podrías llamar a Leidy y decirle que vengan?

— Claro que sí, bebé. — respondió feliz. — no sabía que tus padres tenían su aniversario hoy, tengo que darles un presente.

Los ámbar lo observaron y ladeó la cabeza.

— Tu presencia será más que suficiente. Además, hoy podremos darles la noticia.

— ¿Qué noticia? — cuestionó confundido.

Joaquín pareció ofendido hacía esa cuestión, lo miró cómo si hubiese dicho algo realmente malo.

— Emilio Osorio, si no fueras tan lindo cómo lo eres y yo no fuese autista, hubiese golpeado tu rostro ahora mismo. ¡Nos vamos a casar!

Y Emilio realmente quiso golpearse, realmente era demasiado idiota.

— Cariño, soy un estupido.

— Eso ya lo sé, Emilio Osorio. — contestó dándole la espalda y sacando otros utensilios.

— ¿Y cuándo nos casaremos?

— No lo sé. Supongo que en unas semanas.

Osorio abrió los ojos en sorpresa, por supuesto que él quería casarse, amaba al castaño, lo amaba con su vida, pero no creyó que se casarían tan pronto. ¡Ni siquiera tenía un trabajo, por el amor de Dios! ¡Aún vivía con sus padres!

— Uh... Joaco... Creo que debemos hablarlo bien.

— Emilio, fué una broma. — espetó Bondoni, mirándolo cómo si hubiese sido obvio. — ¿No soy bueno haciendo bromas? — jugó con sus deditos esperando una respuesta.

Osorio boqueó aturdido. — Y-Yo... Uh... ¡Los huevos están quemándose! — chilló salvándose de un posible regaño extremo por parte del menor.

— ¡Es por tu culpa, Emilio Osorio!










¿Puedo Abrazarte?  // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora