Cap. 17

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Elizabeth abrió la puerta para que su hijo entrara en la casa primero, en cuánto colgó las llaves y siguió a su hijo hasta la sala, se sorprendió al ver a su esposo en ella, sentado en uno de los sofá.

— Hola, Joaco. — saludó dulcemente levantándose hacía su hijo, quién se había quedado parado en medio de la sala sin decir nada.

La relación con su hijo había ido de mal en peor; el menor no le dirigía la palabra, lo ignoraba completamente. Por supuesto ésto estaba matando al mayor, sintiendo la culpa florecer desde aquel día en que su hijo había escapado y después había entrado en crisis cuándo Emilio abandonó su hogar.

— Hola. — dijo secamente antes de girarse. — mamá, estaré en mi habitación. No me molesten, por favor. — pidió antes de pasar por su lado caminando hacía las escaleras y después desapareciendo por ellas.

Uberto suspiró pesadamente antes de volver a su asiento y tirarse allí, poniendo la cabeza entre sus manos.

— Al menos hoy me dijo "hola". — dijo con pesar. — ¿En dónde estaban?

Elizabeth dejó su bolso en el sofá frente a su esposo antes de acercarse a él y sentarse a su lado.

— Joaquín quería ver a Emilio. — dijo. — fuimos a su casa.

Las cejas oscuras del mayor se levantaron hacía arriba.

— ¿Lo llevaste a ver a Emilio?

— Eso fué lo que dije. — asintió. — y antes de que digas nada, te pido que respetes a Joaquín. Es nuestro hijo y lo amamos; pero él ya es una persona mayor. Sabe lo que quiere y no voy a permitir que mi hijo entre en una depresión sólo porque su padre lo trata diferente y lo limita sólo por su autismo. — dijo levantándose y yendo hacía la cocina luego.

Escuchó los pasos del contrario entrar detrás de ella, pero no se giró y comenzó a sacar lo necesario para preparar la cena.

— Elizabeth... — habló el castaño, ella sólo respondió con un "¿Mhm?". — quiero decir que soy un completo imbécil y que me arrepiento de todo lo que dije el lunes pasado. — suspiró. — tenía tanto miedo de que lastimasen a mí Joaquín que terminé haciéndolo yo. — su voz sonaba entrecortada. — quiero pedirte perdón por ser la mierda que soy y por... Por joderla cómo lo hice. Ahora mí hijo me odia por ser un estúpido.

Elizabeth soltó todo y se dió la vuelta, viendo fijamente a su esposo, buscando algún signo de falsedad en sus palabras; pero al no encontrar más que unos ojos cristalizados y una mueca de tristeza, no hizo más que rodear la isla y caminar hasta el mayor, rodeándolo con sus brazos luego.

— Los dos nos equivocamos, Uberto. — dijo. — Fué culpa de ambos, no debes disculparte conmigo, cariño. Debes hacerlo con Joaquín. Él no te odia, nunca te odiaría, eres su padre. — besó castamente sus labios. — vé y habla con él.

Uberto asintió. Dejando un beso en la frente de su amada, salió de la cocina y se dirigió al piso de arriba.

Una vez frente a la puerta de la habitación de su hijo, golpeó 2 veces y esperó. Escuchó los pasos de su primogénito acercarse y luego, la puerta se abrió; los ojos ámbar tan iguales a los suyos lo miraron por un segundo antes de fijarse en otro lugar.

— ¿Puedo pasar? — preguntó suavemente.

Joaquín no respondió, pero se alejó de la puerta volviendo a su cama y se sentó en ella. Uberto cerró la puerta detrás de él y se acercó hasta su pequeño, sentándose en la punta de la cama, observándolo luego.

— ¿Qué querías, papá? — preguntó tomando su libro y poniéndolo en su regazo.

— Joaco... Yo. — aclaró su garganta cuándo sintió que su voz saldría rota. — perdóname, hijo. — pidió.

Joaquín levantó su mirada, juntando sus manitos y apretando sus dedos.

— ¿Porqué me pides perdón, papá?

Suspiró. — por todas las cosas que he dicho, hijo. — se movió acercándose un poco más a su hijo. — por haber sido tan estúpido para decir que nadie te querría nunca; por ser un padre tan desconsiderado contigo; te lastimé y nunca voy a perdonarme yo mismo por hacerlo. En un estúpido intento de querer protegerte, te herí. — sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas, pero no se contuvo ésta vez. — nunca quise que siquiera pienses que nadie podría quererte, fué... Fué imperdonable lo que he dicho ese día. Estaba enojado, asustado y el impulso primitivo de mí salió a flote. — Joaquín agachó la mirada nuevamente asintiendo. — Tú eres un ángel, Joaquín. Eres mí ángel; mí bebé, mí amor, mí vida entera, mí príncipe, al que amo más que a nada en éste mundo y por el que daría mí vida sin dudarlo. — las mejillas sonrojadas del castaño menor comenzaron a empaparse por las lágrimas que habían descendido. — yo te amo, hijo mío. Te amo muchísimo y el sólo pensar que vas a salir de debajo de mis alas para seguir tu camino... Con alguien más, me rompe el corazón. Nadie es merecedor de tí, Joaco. Y probablemente mis celos me jugaron en contra porque Emilio parece serlo para tí.

— M-me gusta Emilio, papá. — hipó. — mí corazón late cómo si me estuviese por dar un paro cardíaco cuándo lo tengo cerca y mí estómago cosquillea. — secó sus lágrimas. — nunca me había enamorado antes, los chicos de la escuela siempre eran malos conmigo; siempre se burlaban de mí y querían hacerme daño. Pero Emilio, él me regala sonrisas, me trata lindo y me hace sentir normal... Él no hace diferencia conmigo. Por eso lo a-... Quiero.

Las cejas de Uberto se dispararon hacía arriba mientras una sonrisa se formaba en su rostro.

— ¿Qué estabas por decir, pequeño pillín? — dijo divertido.

Joaquín se removió mientras sus mejillas se veían arder.

— N-nada... No dije nada, papá. — respondió. — entonces... Yo, yo voy a perdonarte. — y antes de que su padre dijese algo más agregó: — pero con una condición.

— ¿Qué condición?

— Quiero que Emilio vuelva. — dijo firme. — quiero que esté conmigo, todo el tiempo. Porque debemos tener tiempo para poder ganar confianza y amor y yo no puedo esperar más, necesito tenerlo todos los días en casa y que tú le digas que lo apruebas y así él vá a ser mí novio.

Uberto soltó una risa, esa era más que una condición y además... ¿Novio?

— ¿Cómo que novio, Joaquín?

— Él dijo: "Joaquín, debemos ser amigos para poder ser novios, pero debo ganarme la aprobación de tu padre y demostrar que de verdad quiero estar contigo" y entonces seremos amigos por un "corto lapso de tiempo" y yo quiero que eso sea más que corto.

Volvió a soltar una risa ante la decisión de su hijo, y es que también se sorprendía lo planeado que tenía todo para éste momento.

— Bien, bien lo haré. — levantó su meñique. — prometo aprobar a Emilio; dejar que esté contigo todos los días y... Ser mejor padre de lo que fuí para tí.

— Papá, yo te amo y tú eres el amor de mí vida, siempre fuiste lo mejor para mí.

Y antes de que Uberto pudiera reaccionar, su hijo se acercó a él y le rodeó el cuello con sus bracitos.

Todo estaría bien desde ahora







Todo estaría bien desde ahora

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¿Puedo Abrazarte?  // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora