Cap. 57

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No se dieron cuenta de que el tiempo pasó tan rápido hasta que el timbre sonó y el reloj marcó las dos y veinte.

Eso quería decir que Ethan había llegado.

- Iré a abrirle a Ethan, ya vuelvo, precioso. - Dijo Emilio antes de besar el dorso de la mano calentita del menor y pararse después.

- ¡No golpees a Ethan por ser novio de Diego, Emilio! - regañó el castaño una vez que el rizado estuvo por cerrar la puerta.

Bufó, pero no respondió nada aquello y bajó hasta la entrada, una vez que estuvo frente a la misma, la abrió y se encontró con el pelinegro, quién se mostró nervioso ante la sería mirada del más alto.

- ¡Emilio! ¿Que hay, hermano? Qué hermoso día nos tocó hoy, ¿Cierto? Un hermoso día dónde los vecinos están fuera de sus casas, cortando el césped y también los niños juegan sobre la cera, digo, hay muchos testigos potenciales que podrían delatarte si intentas cometer algún homicidio. - acusó con su dedo índice.

Sin poder evitarlo, resopló una risa.

- Ya cállate y entra, idiota. - pidió negando.

Suspiró profundamente y luego asintió, dando los pasos necesarios hasta que sintió la puerta cerrarse.

- Escucha, sólo voy a decirte una simple e importante cosa, Ethan. - habló Osorio cruzándose de brazos. - espero que no dañes a mi primo, porque es lo mejor que pudo haberte pasado en la vida. No la cagues.

Asintió y sonrió ampliamente al recordar al hermoso pelifpgris que había robado su corazón.

- Amo a Diego. - espetó fijando sus ojos avellanas sobre los cafés. - en verdad lo amo, él es todo lo que siempre he querido, jamás haría algo para dañarlo. Después de haber amado a Andrés por años, nunca imaginé que podría sentir lo mismo por otra persona; pero entonces Diego me demostró que eso era posible y que sin quererlo, lo llegué a amar más de lo que alguna vez lo hice con Vázquez, ¿Entiendes? Me enamoré de él.

Buscó algún gesto que demostrase falsedad, pero no encontró ninguno, sólo unas mejillas sonrojadas, ojos brillosos y la felicidad que irradiaba el contrario; entonces asintió, convencido.

- Entonces no me queda más nada para decir que no sea: bienvenido a la familia, Ethan.

- Muchas gracias, Emilio. - soltó una risa irónica. - Y gracias también por esa golpiza que me diste, sino lo hubieras hecho, jamás hubiese conocido a Diego.

Acompañó la risa del pelinegro.

- Pues, de nada. Ahora, vamos arriba, mí bebé no tiene permitido salir de la cama.

- ¿Es verdad que tiene un bicho en la panza? - cuestionó frunciendo el ceño.

- Tiene una bacteria. Pero se pondrá mejor.

- Oh, de acuerdo.

Los chicos subieron las escaleras mientras Emilio le contaba lo sucedido en la madrugada hasta que llegaron a la habitación y encontraron la cama vacía.

- ¿Joaco? - habló en tono alto.

Lo que escucharon después, fué el sonido de unas arcadas provenientes del baño, preocupando a Osorio, quién corrió en dirección al mismo para encontrar a su bebé de rodillas frente al retrete y vomitando.

- Mí amor. - chilló apresurándose a colocarse a su lado. - Tranquilo, vida mía. - dijo sin saber que más hacer, sólo atinó a darle palmaditas en la espalda del menor.

¿Puedo Abrazarte?  // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora