Cap. 12

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El castaño había cerrado sus ojos después de eso, imposibilitando a Emilio a responder. El rizado había tomado al menor entre sus brazos; cargándolo y sacándolo de aquella preventiva guarida; con ayuda de Leidy, había adentrado al castaño a su auto y después de despedirse de la pelinegra con un abrazo; dándole miles de agradecimientos, condujo hacía la casa de los Bondoni.

Una vez hubo estacionado el auto, sacó a Bondoni del mismo entre sus brazos; dos agentes oficiales lo recibieron cuestionándole del estado del menor y haciéndole preguntas de a dónde lo había encontrado; los padres de Joaquín lo envolvieron entre sus brazos y besaron a su hijo, agradeciéndole a Osorio por haberlo encontrado. Él no dijo mucho, sólo se encargó de llevarlo hacía su habitación para, una vez que estuvo allí, acostarlo en su cama y arroparlo, prendiendo la calefacción luego.

Uberto y Elizabeth estaban detrás suyo preguntándole en dónde había estado y que había sucedido con su hijo, Emilio tardó en responder, tan sólo se mantuvo observando al castaño, su mano se extendió temblorosa hacía el rostro del menor, para después acariciar una de sus mejillas, era cómo tocar la seda, tan suave y tan delicada, la piel de Joaquín era increíblemente frágil, al igual que él.

— Emilio. — espetó el mayor, haciendo que apartara su mano, eso hizo que Emilio por fin volviese en sí y se levantase para enfrentar a los mayores.

— Necesito hablar con ambos. — dijo.

Compartiendo miradas, los dos asintieron para luego abandonar la habitación de Joaquín, junto con Emilio.

— Vayamos a la sala. — sugirió Elizabeth.

Siguiendo a los mayores por detrás, llegaron a la sala y después de tomar asiento, se dispuso a comenzar a hablar:

— Necesito saber que es lo que sucedió para que Joaquín escapara, él nunca quiere salir de la casa; siempre se mantiene aquí. — negó pasando una mano por su cabello. — Dios, ustedes no saben el estado en el que lo encontré; se estaba muriendo de frío, pudo haber sufrido una terrible hipotermia. — apretó los ojos con fuerza y frotó una de sus cejas. — no para de repetir una y otra vez que nadie lo quería y que sólo era una carga para ustedes. — Elizabeth soltó un sollozo mientras tapaba sus ojos con sus manos, Uberto bajó la mirada. — Por favor, ¿Qué es lo que pasó?

— Emilio. — comenzó Uberto.

— Dijo que usted le había hecho entender que era una carga; que nadie lo querría nunca de verdad. ¿Qué es lo que le ha dicho?

— ¡Demonios, Uberto! ¡Ésto es toda tu puta culpa! — chilló la mujer levantándose y mirando a su esposo con rabia y temor. — ¡Si no hubieras soltado toda esa mierda por tu maldita boca Joaquín no pensaría ahora que no lo amamos! ¡Es nuestro hijo, por el amor de Dios!

— ¡Lo sé, sé eso, mierda! ¡Nunca fué mí intención que él escuchase eso! — el mayor también se levantó, enfrentando a su esposa con los ojos llorosos. — ¡Amo a Joaquín con toda mí alma, él es mí razón de vivir! ¡Pero tengo miedo! ¡Joaquín no sabe relacionarse con nadie amistosamente, mucho menos lo hará en una relación! ¿De verdad crees que es justo para él y para Emilio? ¡Van a sufrir los dos y no quiero que eso pase, maldición!

— ¡Debes confiar en él, no podemos estar pensando en todo lo malo! ¡Debe ser feliz y si se enamoró entonces hay que apoyarlo!

Un jadeo los hizo parar su discusión para ambos mirarse con sus ojos bien abiertos.

Emilio estaba aturdido, en shock, después de haber escuchado las palabras "enamoramiento, Joaquín, Emilio." Sintió un frío recorrer su espina dorsal; tragó con fuerza y después levantó la cabeza, encontrándose con dos pares de ojos de distintos tonos café.

¿Puedo Abrazarte?  // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora