Cap. 13

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Cuándo Niurka llegó a su casa a la 1, comenzó con su rutina diaria en su casa, el que era comenzar a hacer una limpieza liviana, ya que ella tenía quién se encargara de eso; pero cómo siempre, no le gustaba dejar la casa muy sucia, por lo que se encargaba de hacer la típica limpieza superficial.

Hoy le tocaba poner toda la ropa de su familia en la lavadora, así que fué en busca de algunas pertenencias suyas y de su esposo; para luego ir a buscar las de su hijo.

En cuánto abrió la puerta, su corazón latió con fuerza, soltando un grito de espanto en cuánto vió lo destruida que la habitación de Emilio estaba y... Lo que peor le hizo, fué ver a su pequeño retoño tirado en el suelo.

Dejando caer todo lo que tenía en sus manos, se apresuró a ir hacía el rizado, cayendo a su lado.

— Mí amor, Mailo, bebé. — dijo con su voz cortándose, comenzó a acariciar su rostro. - despierta, vida mía, despierta. — los párpados de Emilio empezaron a moverse para después mostrar aquellos hermosos ojos cafés, éstos se encontraban rojos e hinchados, prueba de que había estado llorando. — mí bebé, ¿Qué te ocurrió? ¿Qué pasó?

Emilio soltó un jadeo doloroso antes de abrazarse a su madre y comenzar a llorar. Niurka lloró junto a su hijo, acurrucándolo entre sus brazos, acariciando su espalda e intentando darle confort con palabras dulces.

Había olvidado cuándo fué la última vez que había visto a Emilio llorar de ésta manera, nunca se había quebrado así, ni siquiera cuándo terminó su relación con el rubio. Pero ahora, lo estaba escuchando romperse y ella no sabía que le había sucedido a su bebé para estar en éste estado.

— M-mamá. — lloriqueó aferrándose más fuerte, buscando sentirse mejor entre los brazos de su progenitora, intentando no romperse más de lo que ya lo estaba.

— ¿Que sucedió, mí amor? ¿Que pasó?

— J-joaquín... Uberto... Él, él me echó, d-dijo que vá a ser lo mejor para los dos, p-pero no lo es... No es lo mejor. N-nos están matando, mami.

— ¿Uberto te echó? ¿Porqué? ¿Joaquín está bien? — cuestionó preocupada.

El menor comenzó a respirar con dificultad debido al llanto que no paraba de destrozarlo, la mujer acarició su cabello con dulzura y después de besar su frente se puso de pié, haciendo que su hijo la imitara.

— Ven, cariño. Iremos a la cocina y te prepararé una taza de chocolate caliente, cuándo puedas hablar me contarás qué pasó. Ahora necesito que te pongas mejor, mí cielo. — musitó con una sonrisa, limpiando las lágrimas de su hijo.

Sólo pudo asentir y dejar que su madre tomase su mano, sacándolo de su cuarto y haciéndolo bajar las escaleras.

Una vez que estuvieron en la cocina, Niurka lo ayudó a sentarse en una de las sillas, y después de darle un beso más en su frente, se dispuso a preparar la chocolatada para su pequeño.




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¿Puedo Abrazarte?  // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora